Recientemente la famosa y reconocida pensadora, escritora y abogada feminista Lidia Falcón ha realizado una serie de afirmaciones de peso en una conferencia dada en Avilés que desearía rebatir en este foro de debate. Las afirmaciones a las que me refiero son las siguientes, que “las asociaciones de divorciados son de maltratadores, algunos de sus miembros han perdido la patria potestad y buscan maltratar y que no les pase nada”, que “el enemigo está ahí y se ha organizado” y que “Zapatero nos está distrayendo con reformas sociales que no nos cuestan dinero, cuando debería dotar presupuestariamente la ley contra la violencia machista”.
Para empezar con las dos primeras decir de entrada que no existe ninguna razón en que se sustente la afirmación de que las asociaciones de divorciados están integradas por maltratadores, sino por padres separados muy penosamente de sus hijos que se esfuerzan en resolver esta situación por medios legales, incluyendo un asociacionismo creciente y comprometido, mediante el cual poder alcanzar algún día sus objetivos, trabajando muy duro para ello, sacrificando una considerable cantidad de tiempo, dinero y energía en esta tarea y recibiendo un escasísimo apoyo de parte del Estado.
En segundo lugar llama mucho la atención la terminología de enemigos organizados, referida a estas asociaciones y más si proviene de alguien que supuestamente actúa en contra de la discriminación sexual, ya que en realidad para cualquier persona auténticamente comprometida con el desarrollo de la igualdad las asociaciones de divorciados no son en ningún aspecto el enemigo, sino un aliado fundamental para la obtención de una verdadera equiparación entre hombres y mujeres, cuyas posiciones, análisis y acciones deberían ser no sólo consideradas, sino impulsadas y defendidas por los ministerios y organismos institucionales correspondientes.
Efectivamente, el hecho de que estas organizaciones demanden fundamentalmente la custodia compartida significa igualdad en su sentido más estricto, reparto de responsabilidades y derechos en el ámbito doméstico al 50% entre hombres y mujeres, para ésta y las siguientes generaciones, en beneficio no sólo de los padres, sino también de los menores, permitiéndoles disfrutar de ambos progenitores, disminuyendo la posible incidencia de los malos tratos, más frecuentes en familias monoparentales, las manipulaciones psicológicas que instrumentalizan al menor al servicio de venganzas personales, como demuestra la presencia cada vez mas reconocida y denunciada del SAP o Síndrome de Alienación Parental, y junto con la implementación de la custodia compartida el necesario impulso de leyes y medios que fomenten los programas de mediación familiar, disminuyendo así la conflictividad en la pareja durante la ruptura.
Todo este modelo equitativo es un paso de alto nivel hacía la igualdad y el beneficio del conjunto de la sociedad, un auténtico modelo de futuro beneficioso y un apoyo añadido a un grupo invisibilizado de víctimas de los procesos de ruptura actuales: los hombres que se suicidan en estas circunstancias. En el 2002 el estudio “Androcidio por tasas diferenciales de suicidio” calculó su número en 257. (Se adjunta link para posteriores verificaciones:
http://www.arrakis.es/~ajmm/Androcidio_Pr_Mod.pdf )
En la actualidad es muy difícil calcular el número exacto de estas muertes, debido a que en el 2004 dejaron de ofrecerse estos datos oficialmente, una omisión especialmente grave: desde aproximadamente esa misma fecha han entrado en escena dos factores que pueden haber aumentado considerablemente estas cifras en los últimos años, el Divorcio Express, y la Ley Integral contra la Violencia de Género.
Los varones que llegan a este extremo son verdaderas víctimas de un sistema hembrista y misándrico que carga con creces sobre el hombre la peor parte de una ruptura de pareja, merced a un reparto asimétrico que le aparta de sus hijos en gran medida, le arrebata buena parte de su patrimonio, le ningunea legalmente y le abate a nivel moral al no permitirle siquiera encontrar un eco y apoyo social frente a su desamparo, salvo en la voz de las asociaciones de divorciados, defensoras de hombres acorralados y sometidos en algunos casos a un gran dolor personal, y a las que tan injusta y gratuitamente Lidia Falcón tilda de asociaciones de maltratadores.
En lo referido a la frase: “Zapatero nos está distrayendo con reformas sociales que no nos cuestan dinero, cuando debería dotar presupuestariamente la ley contra la violencia machista” francamente, parece mentira que está afirmación pueda ser realizada por una feminista, ya que en muchos aspectos el compromiso del actual Gobierno con el feminismo y sus posicionamientos es más que patente, como ha demostrado con hechos más que concretos en sus dos legislaturas.
Y es que el Sr. Zapatero y su gobierno han impulsado medidas más que significativas y muy polémicas basadas en el feminismo de género, como la Ley Integral, o la mal llamada Ley de Igualdad, claramente arbitraria desde su artículo 1.1 además de abundar en diferentes tendenciosidades hembristas y para nada igualitarias, en muchos de sus artículos posteriores, (para ver una crítica más detallada de la Ley de Igualdad se adjunta el siguiente link :
http://foros.20minutos.es/viewtopic.php?f=5&t=8405 ).
Ha creado nuevas instituciones y ministerios centrados en potenciar a las mujeres, sin molestarse en crear homólogos para los hombres, como por ejemplo el Observatorio para la Salud de las Mujeres. Bajo su mandato se ha aumentado considerablemente el número de Asociaciones Feministas subvencionadas por el Estado y además se han aceptado de un modo prioritario las criticas y valoraciones de estas asociaciones en el tratamiento de temas clave, como el de la violencia doméstica o el análisis de los resultados de la Ley Integral creada para combatirla, aumentando así su influencia y cercanía con el poder, y desoído en gran medida a las asociaciones de hombres divorciados o a cualquier particular u organismo que denunciase realidades incómodas de aceptar para ciertos sectores del feminismo, como las serias dudas referidas a la constitucionalidad de la Ley Integral, sus arbitrariedades antivarón, el aumento de las denuncias falsas, los casos de utilización fraudulenta de la misma para acogerse a ciertos beneficios, la saturación de los juzgados o el incremento del número de muertes por violencia doméstica, desde su entrada en vigor.
En resumidas cuentas, el actual Gobierno ha dado lugar a un más que reconocible auge de la lucha feminista y convertido su sentido ginocéntrico de la igualdad en uno de los principales mascarones de proa de su programa político, y esto inevitablemente conlleva un considerable gasto presupuestario, pero a pesar de todo Lidia Falcón no está satisfecha. Y es que desde un punto de vista nublado de un modo irreparable por el extremismo todo parece escaso. Si se asume un posicionamiento radical, aunque sea de género, siempre va a faltar mucho por hacer.
No nos engañemos. Sólo las personas muy fanáticas, mal informadas o adoctrinadas pueden creerse las presentes afirmaciones desconectadas de la realidad y absolutamente subjetivas y refutables de la señora Falcón. Muchas personas normales podemos entenderlo, esperemos que la minoría que nos gobierna también.
Cabe añadir que por el momento Lidia Falcón arremete contra las asociaciones de divorciados, pero pronto tendrá que protestar también contra otros grupos masculinistas, ya que cada vez con más fuerza se está desarrollando un creciente movimiento integrado principalmente por hombres sensibilizados no sólo ya con los abusos y distorsiones de la realidad fruto del feminismo hembrista, sino también con todas las formas de discriminación de género que por rol social e histórico hemos tenido que sufrir los hombres. Y es que hoy en día hombres y mujeres sabemos de sobra lo que es la discriminación. Algunos, los nacidos en el periodo de principal vigencia del feminismo, llevamos prácticamente toda la vida oyendo hablar de ella, pero siempre de un modo muy unilateral y selectivo, centrándose casi de un modo exclusivo en los argumentos y medidas que liberen y potencien a las mujeres, relegando la discriminación masculina hasta el punto de no llegar siquiera a mencionarla y muchísimo menos tratar de corregirla. Ante este necesario panorama de varones unidos y cada vez más reivindicativos y empoderados en la lucha por su liberación, los parámetros en los que hasta hora se ha venido definiendo la lucha por la igualdad tendrán necesariamente que modificarse y mejorarse, dando acogida y salida a las demandas justas y objetivas de todas y todos.
Esto es algo absolutamente necesario para que los hombres y las mujeres nos igualemos en un aspecto fundamental en el que actualmente nosotros sufrimos la mayor desventaja: el de tener la posibilidad de identificarnos de un modo positivo y constructivo con nuestro sexo para a partir de ahí conocer y resolver nuestras discriminaciones específicas. Y curiosamente quienes tienen el indiscutible mérito de haber comenzado a desarrollar este necesario e imprescindible proceso son los integrantes de las muy poco respaldadas asociaciones de separados y divorciados, abandonadas e incomprendidas por las instituciones y tan injustamente difamadas por la señora Falcón.
Como los extremistas de cualquier época, credo y condición Lidia Falcón se deslegitima a si misma a través de su propio discurso. Aún es pronto para que su error se le haga patente, pero cada vez está más claro que esta línea de pensamiento difícilmente puede derivar en políticas sanas. Las soflamas de Lidia Falcón, tan inaceptables como inapropiadas, nos invitan de paso a pensar sobre qué es lo que falla dentro del mismo feminismo, y si determinados posicionamientos no terminarán causándole un daño muy difícil de reparar, tanto a su significado como a su credibilidad.