Hoy desperté triste, con ojeras y cara pálida, con el pie equivocado, sacando de encima mío las calientes sábanas ke me invitaban a quedarme en mi propio mundo.
Mas no podia.
Algo, quizás la inercia, me ha hecho levantarme esta mañana, me ha hecho actuar como cada día, poniéndome mis tejanos, mis botas y cualquier sudadera de Iron Maiden.
Pero seguía triste, caminaba por la calle como siempre, sumergido en mi mundo, en ese punto de vista propio sobre lo que uno mismo está viendo en esos momentos, y veía llorar a las baldosas, sollozar a los árboles, morir en intento de corto vuelo a los pájaros. Todo ocurría a mi alrededor, mientras yo, siendo consciente de ello pero sin inmutarme, seguía caminando por las calles de losas negras y nubes violetas.
Una tonalidad de blanco y negro con toques azulados describía mi tristeza, que ya me lleva acompañando varios días, pues las marionetas del dolor se han abalanzado sobre mí, estirándome de los pelos, arrancándome el aliento y las ganas de continuar con mi mísera vida.
Ui! Perdón, resbalé...Sólo era un charco de sangre en medio de la acera, un charco de sangre...de mi sangre...estoy sangrando...estoy abandonando mi vida por una herida incurable que el dolor de aguantar lo mismo hora tras hora, día tras día, año tras año, ha producido en mi pecho.
Y mientras alzo la cabeza hacia el cielo de color gris, de nubes violetas, de pájaros muertos, de baldosas llorosas y árboles sollozantes, y me pregunto el por qué, el por qué el que mueve los hilos juega de esta manera tan maquiavélica con mi vida, una lucecilla alumbra un lugar recóndito de mi cerebro y me hace recordar...
Me he dejado el alma en un rincón, la han retenido allí, como un papel bajo una piedra, bajo una presión sobrehumana bajo la cual mi alma chilló "¡no puedo más! Hasta aquí he llegado".
Hoy desperté triste, con ojeras y cara pálida, con el pie equivocado, sacando de encima mío las calientes sábanas ke me invitaban a quedarme en mi propio mundo. Hoy recordé que mi alma se había perdido.