Me vais a crucificar por este comentario, lo sé, pero creo que todo el mundo tiene derecho a dar su opinión;
Lo admito,
me gusta fumar.
O, como mínimo, valoro las "ventajas" de no dejarlo frente a pasar por el proceso de cortar de raíz y sus consecuencias.
Estuve hace unos años ocho meses sin fumar y, la verdad, lo eché de menos (por no hablar de los kilos que engordé, la tensión que se me acumuló en la espalda que me producía unos tirones de morirse, y un largo etcétera). Porque si reducimos "fumar" al simple acto de meter alquitrán en los pulmones y, en definitiva, "matarnos", es cuando, además de fumadores, somos fumadores con una gran carga de conciencia que, sinceramente, no se la deseo a nadie.
Allen Carr dice mucho respecto al "supuesto" placer de fumar, que si está en nuestra mente, que el "monstruito" no es real, etc. Pero, independientemente de todo eso, sea realidad aumentada o simple demagogia, el cigarro que me fumo al levantarme, al salir del gimnasio, entre baile y baile, después de comer, antes de acostarme, el clásico "post-coito" (
![enrojecido [ayay]](/images/smilies/nuevos/sonrojado_ani1.gif)
), en definitiva, aquel que me fumo cuando ha pasado el tiempo suficiente como para disfrutarlo, es el que hace que merezca la pena. Muchos diréis "ya, pero el problema es que después de ese van 30 más". Ahí entra en juego nuestra capacidad de "aguante" (en realidad no hay mucho que soportar si sabes que espaciarlos es lo que hace que los disfrutes).
De cualquier manera, animo a todos los que quieran hacerlo a intentarlo. Lo peor son las dos o tres primeras semanas, luego ya viene rodado
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Un saludo.