El día comenzó como todos los días por aquel entonces, con un despertar pesado y lento, del modo en que sólo un cuerpo que se resiste a volver a la vida sabe hacerlo, del modo en que sólo las personas felices pueden hacerlo, sin prisa, en silencio, ya tan temprano algo dentro de sí mismo le decía que el que empezaba no sería un día cualquiera, y no se equivocaba.
No quiso despertarla y la dejó durmiendo en la cama, podría quedarse todo el día observando como su respiración relajada jugaba a mover las sabanas de manera casi imperceptible, pasó una eternidad en un segundo y se fue a trabajar, no sin antes dedicarle una última mirada de esas que sólo entienden aquellos que están tan locos como para amar incondicionalmente.
De vuelta a casa, de noche, algo ha cambiado, el olor a madera, el aroma a ella, el perfume de su hogar... la penumbra daba un toque terrorífico como todas las casas vivas despojadas de vida, la cama estaba hecha y el armario medio vacío, pocos ladrones quedan ya que de un piso sólo se lleven ropa... la nota escrita en la almohada le aclaró el misterio con la misma rapidez con la que su mundo empezó a derrumbarse.
"No puedo seguir contigo, no me busques, gracias por todo, Adiós."
Y después de esto, siguiendo los pasos de su mundo, él también se derrumbó.
FIN.
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Es el primer (micro) relato que publico aquí, no seáis muy duros conmigo, todo lo que voy escribiendo lo voy publicando en mi blog (si a alguien le interesa ya sabe dónde encontrarlo), aquí iré dejando estos pequeños trozos de historias cada vez que pueda. Agradezco comentarios y críticas, a ser posible constructivas.
Un saludo.
