Dioses de la ciudad

Hola,

Últimamente tengo demasiado tiempo libre, así que estoy escribiendo algo. Es la primera vez que hago algo así y, bueno, se lo he enseñado a varios amigos y parece que les va gustando, pero fijo que aquí podéis ser un poco más "críticos" [+risas].

Por ahora llevo escritas unas 100 páginas, hice un blog para compartirlo con la gente del Facebook y poco a poco les voy subiendo capítulos. Aquí os dejo los dos primeros que, aunque no son mucho (la historia en sí empieza en el 5 o 6), creo que se les podrán sacar fallos suficientes XD.

Capítulo 1: El fin.

Todo había terminado. La lluvia caía pesada sobre los hombros de Adam, que aún mantenía el brazo derecho extendido, sujetando firmemente la pistola, con el cañón todavía humeante. Había disparado tres veces. Los dos primeros disparos, casi seguidos, impactaron en el pecho del asesino. La tercera bala, que salió de la pistola un par de segundos después, avanzó cortando el aire como una punta de lanza, hasta que se detuvo al chocar contra el cráneo de aquel desgraciado, resquebrajándolo y penetrando en su interior, quitándole la vida. Entonces, el tiempo pareció detenerse. Las gotas de lluvia se congelaron en el aire y el fuerte viento dejó de soplar. Adam observaba el cuerpo inerte de su víctima que, contra toda lógica, permanecía en pie, desafiando las leyes de la gravedad. Mientras la sangre descendía por su rostro, sus ojos se clavaban en los de Adam, como si estuviera tratando de decirle algo. Tratando de aceptar la derrota. Has ganado. Un instante después la lluvia volvió a fluir, el viento volvió a soplar. El cuerpo cayó hacia atrás, siendo absorbido por el abismo que tenía a su espalda, desapareciendo de la vista de Adam.
Todo había terminado.


Capítulo 2: Isaac.

Isaac Burrows cerró el libro. Estaba sentado en un viejo sillón gastado, que algún día fue de un verde vivo como un valle en primavera, pero que por aquel entonces ya lucía gris ceniza. En el suelo, junto a él, estaba tirado su uniforme del trabajo. Era un mono de color azul oscuro y naranja, el que usaban los trabajadores del aeropuerto. Echó un vistazo a la portada del libro, donde estaba escrito el título, El Cazador y El Artista, con letras doradas en relieve sobre un fondo marrón. Un poco más abajo, un prometedor subtítulo rezaba: La verdadera historia de Adam Legendre.

El aspecto de la habitación en la que se encontraba era realmente lamentable. Los restos de comida de varios días se amontonaban en una pequeña mesita de madera frente al sillón, que apenas podía verse ya que estaba enterrada bajo aquel enorme montón de basura. Echando un vistazo rápido, quedaba claro que Isaac no debía ser demasiado bueno en la cocina, ya que la mayoría de aquellos restos eran envases de comida rápida, sobras de alguna que otra pizza pedida a domicilio o lo que quedaba de la comida tailandesa de varias noches atrás. El mobiliario era escaso: además del sillón gastado y la mesita, había un pequeño mueble con ruedas que sostenía una televisión de tubo que debía tener más de veinte años, de la que brotaban dos enormes antenas, permanentemente extendidas por completo. Las paredes no habían sido pintadas en años y tenían un color grisáceo, más oscuro cerca de los bordes, con amplias manchas de humedad por todas partes. Apenas entraban un par de rayos de luz tenue por la ventana, haciendo que el apartamento pareciera más bien una especie de cueva repleta de basura.

Isaac dejó el libro en el sillón, se levantó y se acercó al viejo televisor, sobre el que había un buen puñado de papeles. Entre ellos había una fotografía antigua, con los bordes gastados por el paso del tiempo. Isaac la sostuvo frente a él, mirándola fijamente.

La imagen mostraba a dos niños, de unos siete u ocho años, mirando a la cámara, mostrando la mejor de sus sonrisas. Ambos se rodeaban mutuamente con sus brazos, mientras que con la otra mano extendían los dedos índice y corazón haciendo el signo de la victoria. Estaban en una especie de parque o jardín, de pie, bajo los rayos del sol. El chico de la izquierda vestía una camiseta negra de manga corta y un pantalón corto que debía de haber sido largo algún día, a juzgar por lo irregular de los cortes de sus perneras; el de la derecha, un peto vaquero con un gran bolsillo que le ocupaba toda la barriga y una camiseta clara, también de manga corta, debajo. En el fondo de la imagen, a lo lejos, se vislumbraba un edificio, de aspecto rústico y color marrón arenoso. A lo largo de toda la fachada tenía repartidas decenas de pequeñas ventanitas, cada una de ellas con su correspondiente contraventana de madera oscura, formando tres hileras horizontales correspondientes a los tres pisos del edificio. En la parte superior, casi al borde de la foto, podía verse que el inmueble no tenía tejado, sino que toda la parte superior era una inmensa azotea, y que el perímetro de la misma estaba delimitado por pequeños cubos de hormigón, dando la impresión, vistos desde lejos, de ser las almenas de un castillo.

Isaac giró la foto para leer la inscripción de la parte posterior. Estaba escrito a lápiz, con una caligrafía pobre, quizá la letra de un niño.

Isaac y Adam
S.H.

Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Echó un vistazo atrás, al sillón, sobre el que descansaba el libro. Casi no podía creérselo. Su gran amigo Adam ahora era el héroe de la ciudad. Había sido capaz de detener al asesino más peligroso jamás visto, un tipo bautizado por la prensa como El Artista, un sádico que construía macabros retablos con los cadáveres de sus víctimas, imitando obras de arte clásico. Además, en cada una de sus creaciones solía haber un mensaje para la policía. Un desafío. Un acertijo sobre la siguiente víctima. Habían sido meses de persecución hasta que, finalmente, el agente Legendre consiguió acorralar a aquel criminal. No fue fácil, pero tres disparos después, El Artista pasó a la historia. Claro está, una historia como aquella no podía pasar desapercibida, así que a Adam no tardaron en llegarle las ofertas. Finalmente fue una joven periodista, Claire Greene, la encargada de publicar un libro sobre aquel caso. Un libro que había sido todo un éxito. Todo el mundo en la ciudad sabía cada uno de los detalles del trabajo que el agente Legendre llevó a cabo. Adam era el hombre del momento. Un dios para la ciudad.

Sin embargo, no se podía decir lo mismo de Isaac. Estaba atrapado en su empleo en el aeropuerto. Llevaba ya más de diez años trabajando allí, conduciendo uno de esos carritos que llevaban las maletas desde la zona de facturación hasta las bodegas de carga del avión. La mayoría de sus compañeros eran estudiantes de la Universidad que echaban unas horas en el aeropuerto para sacarse un dinero extra, o gente que estaba allí de forma transitoria mientras encontraba algo mejor. Pero nadie llevaba diez años. Ni siquiera cinco. Isaac llevaba mucho tiempo esperando un cambio de puesto. Demasiado. Él quería trabajar en uno de esos puestos de información del aeropuerto, indicando a la gente dónde estaba su puerta de embarque o dando indicaciones y consejos sobre la ciudad a los turistas recién llegados. Pero allí seguía, diez años después, conduciendo aquel estúpido carrito.

De todas formas, ese no era su peor problema. Había algo que le preocupaba mucho más. Su vida social era prácticamente inexistente. Sus compañeros del trabajo no le hacían demasiado caso. Solo había un tipo, un tal Brian Holmes, que hablaba con él de vez en cuando. Pero había algo en Brian que no le gustaba a Isaac. No sabía bien el qué, pero le daba la sensación de que no era un tipo de fiar. Así pues, prácticamente solo le quedaba un amigo de verdad: el que miraba en aquella vieja foto que tenía en la mano.

Pero estaba decidido a cambiar todo aquello de una vez por todas.

La solución a sus problemas tenía nombre y apellidos: Claire Greene. Isaac la conoció en el evento de presentación del libro de Adam, e inmediatamente quedó prendado de ella. Tras mucho insistirle a su amigo, consiguió que la convenciera para salir con él a cenar una noche. Esa noche.

Había conseguido, no sin esfuerzo, un elegante traje italiano de color gris oscuro para ponerse en aquella cita tan importante. Además, había invitado a Claire a cenar al lugar más lujoso de toda la ciudad. El Thévenin, un impresionante gigante de acero y cristal, el edificio más alto de la ciudad. Tenía un restaurante en la última planta, el piso 88, frecuentado por famosos y gente de poder, desde donde se veía prácticamente toda la ciudad, además de tener unas vistas preciosas de la bahía. Era muy caro, eso sí, pero Isaac sabía que aquella noche tenía la oportunidad de cambiarlo todo. Era su último cartucho. No podía fallar.

Antes de salir, recogió otro objeto de lo alto del televisor. Era una pequeña libreta de tapas amarillas, con el tamaño perfecto para acomodarla en un bolsillo. Dentro de la espiral tenía metido un bolígrafo azul. Extrajo el bolígrafo de la espiral y abrió la libreta por la primera página. En ella había escrita una sola frase. Isaac arrancó la página, hizo una bola de papel y la arrojó al suelo. Tomó el bolígrafo y pulsó el extremo con el pulgar para sacar la punta y escribir algo en la nueva primera página de la libreta, que ahora sí estaba en blanco:

Esta es la gran noche.
Vas al Thévenin.
Has quedado para cenar con Claire Greene.

Cerró la libreta, metió de nuevo el bolígrafo en la espiral y lo guardó todo en el bolsillo derecho del pantalón, a la vez que suspiraba profundamente, como una persona que se prepara para saltar a una piscina desde un trampolín situado a diez metros de altura. Había llegado el momento.


Espero que alguien lo lea al menos XD. Si interesa, iré colgando más capis en el hilo.

Un saludo!
no esta mal, seguire leyendo en tu blog a ver que tal sigue.. [sonrisa]
kamikacer escribió:no esta mal, seguire leyendo en tu blog a ver que tal sigue.. [sonrisa]


Gracias! El blog no lo pongo por aquí porque no sé si sería spam, ahí tengo subido hasta el capítulo 9, supongo que buscándolo en google o facebook por el título debería salir. Si a más gente le interesa pondré un par de capítulos más aquí en el foro. Sobre todo me interesa que me saquéis fallos, que así es como se aprende :)

Un saludo
Seguiré leyendo en tu blog. Salu2
Refloto el hilo para comentar que acabo de subir un nuevo capítulo al blog, ¡y ya van 10! Veo que varios os habéis interesado y me habéis encontrado por facebook, así que voy a dejar la dirección por aquí también, que es más cómodo de leer en el blog que en el foro. Gracias a los que os lo estáis leyendo! :) No dudéis en comentarme cualquier cosa.

http://losdiosesdelaciudad.blogspot.com.es/

Un saludo
4 respuestas