Hace aproximadamente una semana
DJI causó cierta polémica al anunciar el lanzamiento de una actualización obligatoria para el
Spark, su dron más pequeño y asequible. Y con obligatoria, la compañía quería decir que si no es instalada el aparato no podrá despegar. Esta decisión fue tomada en aras de "maximizar la seguridad de vuelo y la fiabilidad del producto", sirviendo al mismo tiempo para recordar que el manejo de un dron, por pequeño que sea, implica ciertos riesgos. Ahora la compañía quiere seguir reforzando la seguridad de sus productos con una medida que posiblemente causará menos controversia: una caza de bugs con incentivos económicos.
Según
ha anunciado la compañía a través de su blog oficial, el nuevo programa de caza de bugs ofrecerá recompensas de entre 100 y 30.000 dólares (de 82 a 24.875 euros) para aquellas personas que encuentren defectos en el software de sus productos. Estos fallos pueden ser de toda índole, desde problemas relacionados con el control del aparato o la integridad de los datos del usuario a defectos en el establecimiento de áreas de exclusión (zonas donde por seguridad el dron no puede adentrarse, tal es el caso de los aeropuertos).
Con sede en China, DJI se ha convertido en el mayor fabricante de drones civiles. La versatilidad de sus productos le sirvieron para encontrar una acogida notable en el público profesional antes de expandirse con modelos de consumo como el Mavic y el Spark, pero algunos de sus aparatos también son utilizados por los ejércitos de todo el mundo. Esto ha devenido en alguna que otra polémica, como la causada por cierta
orden emitida desde el Pentágono instando a las fuerzar armadas de Estados Unidos a abandonar el uso de los productos de DJI después de encontrar varios agujeros de seguridad no especificados.
Los usuarios de un dron de DJI que encuentren un fallo en su software pueden participar enviando sus informes a bugbounty@dji.com.
Fuente: DJI