Pues quizá os sorprenda, pero en España somos los campeones haciéndonos responsables de muertos ajenos y pagando sus inhumaciones.
De hecho, casi podríamos hablar, con cierto humor negro, de cierto regusto nacional por el traslado de restos de personas difuntas, eso sí, famosas.
Si vais al famoso Cementerio de La Almudena de Madrid veréis tumbas de personas que antes estuvieron inhumadas en otra parte (donde les cuadró) y que fueron trasladadas allí por suscripción popular.
Hay gente, aunque resulte increíble, capaz de pagar de su bolsillo para traer a su localidad un cadáver de una persona. Por ejemplo así fue con los restos del famoso y querido escritor
José de Espronceda (1808 - 1842) quien ya llevaba décadas enterrado cuando una comisión de notables decidió recuperar sus restos y trasladarlos al camposanto madrileño, a modo de homenaje, en 1902.
En la imagen, la tumba de Mariano José de Larra, trasladada también en el mismo año de 1902 (la de Espronceda está al lado, pero no encuentro una foto en la que se lea bien la inscripción)
Y este es solamente un ejemplo. Hay muchos más casos. Incluso a día de hoy todavía hay gente que clama por devolver a España los restos de don Manuel Azaña, pese a que él dejó escrito que su voluntad era que no lo movieran de donde estuviera inhumado.
Si el fallecido es un personaje ilustre, yo no descartaría que algún ayuntamiento o incluso una diputación provincial se ofrezca a hacerse cargo de las exequias gratuitamente. Por ejemplo:
Traslado definitivo de los restos del Duque de Alba
El cenotafio que contendrá ya definitivamente el cuerpo del que fue gran duque de Alba, muerto en Lisboa en 1582, ha sido costeado por la Diputación Provincial de Salamanca. Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, actual duque de Alba, manifestó hace meses que la responsabilidad de proporcionar a su antecesor un acomodo digno y definitivo correspondía a los salmantinos, por ser su figura patrimonio de todo el pueblo y no exclusivo de su casa.La Diputación procedió a encargar el mausoleo, y (...)Salu2