Érase una vez un alma masoquista, un alma que parecía disfrutar con el dolor que le proporcionaban sus continuos tropiezos.
Este alma, de carácter benévolo, servicial y demás cualidades que la hacían ser una pequeña joya, se dirigía buscando algo que nunca encontraba por caminos sin final, vías muertas, barrancos de perdición. Siempre sabía que el camino por el que se dirigía era equívoco, pero le daba igual...
"Quizás, con un poquito de suerte, sea el buen camino", decía siempre con una pequeña semilla de emprendedora esperanza plantada dentro de su corazoncillo espectral.
Pero siempre, dentro de su coche, acababa estrellándose contra un muro, cayendo por el barranco, pegando vueltas y más vueltas de campana con el charco de aceite del suelo...
Ningún camino era el bueno, y de hecho aún sigue buscándolo, tras una y otra leche...Nada va a su favor y la pobre alma, harta ya de su intolerable e inmerecible situación sigue, incesante buscando el camino correcto, tras giros y giros, y más giros, y marchas atrás en esa enredada autopista por la que vaga, harta de recoger autoestopistas.
Ayer Alma se arrancó de su corazón la semilla de la esperanza y la lanzó al asfalto, pisoteándola varias veces con los neumáticos de su viejo automóvil.
Vagando por una carretera sin luces, y con los faros de su automóvil medio apagados, no ha visto la curva que el camino le tenía preparada.
No pudo girar...no pudo frenar...no pudo reaccionar...
¿¿Cuántas curvas como ésta te habrás comido ya, Alma??
Alma no lo sabe, sin la semilla que se arrancó tan sólo es una triste y autómata marioneta del albedrío cruel que sobrevuela por el hilo de sus aconteceres.
La semilla, machacada, en medio del asfalto, abandonada, olvidada (como tiene que ser, de esperanza no se vive, es tan sólo un inútil sentimiento que te llena de ficticia felicidad), está chillando "por favor, cogedme, que alguien me lleve consigo..." (no le hagan caso señores...es el fruto del diablo...déjenla que ahí se pudra como vil comadreja usurpadora de madrigueras).
Alma se pudre en un rincón, qué triste y desolador panorama. No queda hueso en su cuerpo que no esté roto, su coche está destrozado, los robots de la ley se la llevan al cajón desastre...
"Otro defectuoso, se creía con sentimientos...y los robots no sienten nada...".