Cuando se fueron de la pecera de Bastardo salieron por una puerta interdimensional que daba a una sala de un palacio. Estaba vacía. Por la salvedad de cientos de muebles y de un anciano sentado en uno de ellos, un mueble con forma de sillón. Los viajeros se le acercaron.
-Hola, amable señor. Buscamos la puerta 3-300H que nos lleva al último mundo antes del nucleo central. ¿Podría indicarnos dónde es?
-Sí. ¿Quiénes son ustedes?
-Yo soy Tom, Tom Asco. Éste es mi amigo el cangrejo Pood y este otro es Fred. ¿Y usted? ¿Dónde estámos?
-En mi pais. Yo soy el General.
-¿El General de qué?
-Del país
-Pero no se puede ser General de un país- Apuntó Fred
-¿Porqué no?
-No sé, porque no. Se tiene que ser General de un ejército. ¿No?
-No, además yo soy Generalísimo. Que es todavía más
-Eso no existe- Volvió a apuntar Fred que no hizo sino cosechar una mala mirada del General.
El anciando cogió un teléfono y marcó un solo número. Alguien debió coger el aparato al otro lado porque el General enseguida empezó a dar órdenes con su voz de pito.
-Sí, aquí el Generalísimo. Sí, claro. Verá...Míreme a ver si odiamos a los gorilas con gafas. Sí, espero. Me ha dicho que espere
-Ah, vale-Dijo Fred
-Sí, sigo al aparato. ¿No? ¿Cómo que no? ¿Porqué? Bueno, pues inmediatamente me mete usted en la lista de las cosas que odiamos a los gorilas con gafas, a los cangrejos azules y a los...a los...a los gilipollas.
-Y dale
-Sí, eso, y a los Dales también. Tenemos mucho a lo que odiar. Si usted ve algunos fusílelos y que después construyan mi Mausoleo. ¿Cómo? Ah, bueno pues que primero lo construyan y después les fusilan. Bueno, ah sí, y me manda usted a fusilar también al cretino que no metió a los gorilas con gafas en la lista de las cosas a odiar. Vale, de acuerdo. Ah, buen trabajo soldado, fusilese usted también. De nada, adiós.
-Ya está. Pueden estar tranquilos. Ya les odiamos
-¿Y ustedes odian mucho?
-Bastante.
-¿Porqué?
-Porque hemos ganado la guerra. Tenemos que odiar todo lo posible para afianzar nuestra victoria. ¿No creen?
-Es posible. Pero no sé porqué tienen que odiarnos a nosotros.
-Yo tampoco lo sé
-Eso está bien.
-No, no lo está. Dios mío. Cof cof-Tosía torpemente el General-Cof, Cof, Cof...cof...co...c...
-¿General? ¿Hola?-El cangrejo le golpeaba con la pinza en la pierna. El General estaba recostado sobre el sofá con la mirada vacía hacia lo lejano.
-Ha muerto- Apuntó Fred que nunca había sido médico pero que sabía de muchas cosas.
-Es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad-Dijo Tom
-¿Qué?
-Dejalo Fred, es algo que siempre quise decir.
-Habrá que dar la noticia.
-Dala tú, Pood, que yo tengo muy mal cuerpo.
El cangrejo se acercó a la ventana haciéndo pequeños ecos con el colpeteo de sus patas sobre el mármol del suelo. Corrió las cortinas y salió al balcón. Una enorme multitud gritó al verle. Tenía delante de él miles de cámaras de televisión, micrófonos y cientos de miles de personas congregadas en la plaza de abajo. A diferencia del palacio, todo el exterior, incluídas las personas eran de blanco y negro. Pood carraspeó y anunció:
-Ciudadanos- Un tenso silencio- El General...ha muerto.