¿Alguna vez se han planteado cómo nace un pueblo?
Pues muy fácil. Llega un tío a un desierto, pone un
bar, y alrededor empiezan a construir casas. ¡Por lo
menos en España!
La prueba es que en España hay pueblos sin escuela,
sin ayuntamiento, sin farmacia, sin cuartelillo...
pero sin bar... ¡Ni de coña! Claro que, por lo menos,
allí es donde te dan más cuartelillo... ¿Y saben cuál
es el motivo? Que en los bares podemos hacer
muchísimas cosas que no podemos hacer en casa.
En un bar puedes tirar al suelo las cabezas de las
gambas... Tíralas en casa y verás la que se lía... en
el bar tiras las cabezas de las gambas y las tapan con
serrín. ¿Que se cae una cerveza? ¡La tapan con serrín!
¿Que se cae un borracho? ¡Lo tapan con serrín! ¡Será
por serrín! Otra cosa no, pero en un bar hay más
serrín que en la tumba de Pinocho.
Sin embargo, hay otras cosas que haces mejor en casa
que en el bar: ¡mear! Para entrar en el baño del bar
tienes que hacerlo con katiuskas. Claro que, de vez en
cuando, se pasa el dueño y echa en el suelo un poquito
de serrín. Pero es que la taza también está guarra,
porque nadie tira de la cadena... Y estoy seguro de
que si en un bar tiras de la cadena cae serrín.
El bar también sirve para quedar con los colegas.
Porque mi casa es tan pequeña que sólo cabemos tres (y
sin el móvil) y, claro ¿dónde vas a quedar si no? ¿En
una ferretería? ¿En la farmacia? ¿Y que vas a pedir,
tres chupitos de Bisolvon y dos lexatines? ¿O en la
Iglesia? Y eso que... pensándolo bien... una iglesia
es lo más parecido a un bar... Hay un señor detrás de
una barra, vino, música, gente... y a veces hay
hostias... Y los domingos, a la hora del aperitivo,
los dos sitios se ponen hasta el culo.
Eso sí, en los bares hay más buen rollito que en la
Iglesia... Porque mientras que en la Iglesia pasa un
tío con una panera para que sueltes algo, en el bar
discutes por pagar. ¿Dónde más pasa eso? ¿En la
Comunidad de vecinos? ¿Se imaginan que discutiéramos
por invitar en la Comunidad de Vecinos, por ejemplo?:
- ¡Chssst!. La parabólica la pago yo.
- Pero si tú ya pagaste la caldera...
- ¡Qué más da!... ¡Si no vamos a salir de pobres!
Y otra cosa: tu casa ¿cómo se llama? Pues "tu casa"
o como mucho "4º-c" ¡Y anda que no hay "cuartos ces"!
En cambio, los bares tienen nombres fascinantes: El
Bar-Bitúrico, el Bár-Bara Rey, la Tasca-Breao. Yo debo
PELAS en todos, pero en donde más debo en el Bar-Clays
Bank.
Eso sí, en un bar, lo más importante es el camarero.
Los camareros se pueden dividir básicamente en dos
tipos: el camarero ÁGIL... y el AGIL-ipollado. El
AGIL, según entras por la puerta, te limpia la mesa,
te acerca el servilletero, te pone una caña y te dice:
- Van dos cero, pierde el Madrid, ha bajado el
índice Dow Jones y el político menos valorado es Mayor
Oreja... ¿te pongo una de oreja?
El AGIL-apollado se reconoce porque parece que esté
saliendo de la anestesia: ni te oye, ni te ve. Tú le
estás haciendo señas, como si estuvieras aparcando un
avión, pero el tío pasa por tu lado sin mirarte, como
un médico de la Seguridad Social. Que entras por la
mañana, y cuando por fin te hace caso...
- A ver. ¿qué va a ser?
- ¿Que qué va a ser...? ¡Dentro de nada de noche,
huevazos!
Pero donde el bar alcanza la gloria es cuando hay
partido. El bar es el TEMPLO DEL FÚTBOL. Antes había
unos carteles en los que se leía: "Estupendos
berberechos", "Tenemos nécoras deliciosas". Ahora no,
ahora ponen: "HOY: BARÇA-REAL MADRID..." Y en todo el
día no se habla de otra cosa... Nada más entrar pides
una caña y el camarero te dice:
- Raúl tiene osteopatía de pubis.
Y ésa es la gran diferencia entre el bar y tu casa:
nunca se discute por el mando. En el bar no hay
zapping: si hay partido, se ve el partido; si hay
patinaje artístico, se ve el partido; si hay "Informe
Semanal", se ve el partido; y si hay peli porno en el
Plus... ¡Se graba el partido!