El beso de los espiritus. Capítulo 1: Huida

Bueno, este es el capítulo 1 de "El legado de los Khadram", que como veréis a sufrido un cambio de título (mas que na porque tenemos las cosas más claras). Espero que le guste a quien la siga y que perdoneis el floodeo de poner tos estos seguidosXD. El que quiera el archivo de word lo encontrará en el recopilatorio actualizado siempre hasta el último capitulo. Y si alguien se ha perdido el prólogo podrá encontrarlo en este mismo foro. Pero como sois así de vagos, lo séXD, os dejo el link también Aquí


Capítulo 1: Huida


La tormenta estaba empeorando. Sobre sus cabezas el enfurecido viento del Oeste aullaba como un animal salvaje llamando a su manada y las nubes respondían al unísono congregándose como una marea de sombras. Un manto sombrío y grisáceo que ocultaba el otrora tranquilo cielo nocturno sumiéndolo todo en la oscuridad más absoluta. Tras esta incluso la radiante luna llena que antes había iluminado su camino era inútil. Nada atravesaba aquellas sombras salvo la pesada lluvia que estas descargaban violentamente sobre la tierra y el viento usaba para azotarles. Como si la misma naturaleza se hubiese vuelto en su contra arrojando espirales de agua torrencial contra los invasores que osaban adentrarse en sus tierras.
Pero nada de esto preocupaba a una de las dos figuras que en esos momentos corría bajo las agitadas copas de los árboles adentrándose en la espesura. Su paso era firme a pesar del rigor de la tormenta, impasible pese a los continuos siseos y crujidos que la cúpula arbórea producía sobre su cabeza respondiendo a los violentos envites del vendaval. Y solo una cosa conseguiría que se detuviese: su compañera.
En plena carrera el paso de la segunda sombra se interrumpió de golpe, sus pies tropezaron resbalando en el empapado suelo del bosque y cayó víctima de una mezcla de cansancio y torpeza. Incapaz no solo de seguir adelante, sino de soportar la terrible tensión que en esos instantes oprimía su corazón al sentirse atrapada, perseguida, como un pequeño animal a punto de ser devorado.
Pero no se trataba de ningún animal, sino de una joven humana. Una muchacha aterrada y temblorosa cuyos ojos apenas podían ver nada más allá del agua con que la lluvia cubría su rostro. Tan solo sombras agitándose como fantasmas tras la cortina de cobre que sus cabellos habían formado al pegarse a su cara empapados por la tormenta.
-¡Levántate!.
El grito de una voz grave y tenebrosa resonó en ese instante entre los árboles que rodeaban a la muchacha. Como si aquella palabra brotase desde las profundidades de una cueva y fuese solo un eco traído por las rocas. Pero ella sabía perfectamente de dónde provenía y pronto levantaría la cabeza hacia su dueño tal y como este quería.
La mirada de la joven reflejó entonces a su acompañante. Sus ojos empañados por lágrimas de terror y de angustia mostraron sobre el ámbar de sus pupilas una silueta oscura e imponente. La de una criatura fuerte y aparentemente inalterable que permanecía firme entre el vendaval como una estatua labrada en las propias tinieblas.
Su cuerpo era una exquisita composición de oscuras láminas de roca. Cada pequeña pieza labrada hasta convertirse en una verdadera obra de arte en la que los complicados diseños del pecho se mezclaban hábilmente con espinas y salientes tan afilados como cuchillos. Tenía un aspecto temible, como el de una estatua que hubiese cobrado vida sin importarle en absoluto que la materia de su cuerpo fuera la pesada piedra.
Aunque lo más sobrecogedor de aquella criatura no era su aspecto, sino su cara. Un rostro imperturbable y terrible labrado en la misma roca que el resto de cu cuerpo. Con dos afilados cuernos adornando su frente y terribles colmillos asomando en sus fauces entreabiertas. Lo único que no era de piedra eran sus cabellos, largas sedas de plata ahora pegadas a su cuerpo y a su rostro a causa de la lluvia.
Pero lo más extraño de aquella criatura estaba en sus ojos. A pesar de que estos eran de piedra, cuando su compañera levantó la mirada hacia ellos, las dos esferas de cuarzo que los formaban girarían sobre si mismas para dirigir su mirada pétrea hacia la chica como lo harían los de cualquier ser vivo.
-No puedo... –Afirmó lastimosamente la muchacha mientras trataba de tomar aire. –Ya no puedo más.
-Entonces morirás. –Aseguró con desprecio la voz de piedra de la criatura al tiempo que su cabeza giraba y sus ojos miraban a la oscuridad con impaciencia.
-¡Tú misión es protegerme!. –Le recordó de pronto con furia la joven humana alzando la voz pese a su desesperación. -¡No lo olvides!. No puedes permitirlo.
Los ojos de la criatura apenas se inmutaron pese a aquellas palabras, pero otra parte de su cuerpo si reaccionó ante ellas. Con la misma firmeza que transmitía su voz, una de sus manos cogió de pronto a la joven humana por el vestido y la levantó de golpe obligándola a ponerse en pie y mirarla a la cara mientras el viento las azotaba de nuevo.
-Aquí nadie puede protegerte. –Murmuró en un tono en el que podía notarse perfectamente la tensión que soportaba, por ahogada que sonase su voz de piedra. –Ni a ti… ni a mí.
La muchacha se negó de nuevo a aceptar aquellas palabras. Sacudió su mano apartándola de ella con una mezcla de rabia y desesperación y la miró para responderle. No con el miedo que sentía hacia la oscuridad que las rodeaba, sino con una mezcla de superioridad y furia extrañas en aquella situación. Aunque algo haría que sus palabras no llegasen a formarse.
Justo en el momento en que estaba a punto de decir algo, un nuevo remolino de viento la envolvería por completo y un sonido familiar llegó a sus oídos traído por aquella nueva corriente de aire. Un silbido, apenas un siseo que volaba sobre el viento como una débil nota musical. Como si la propia naturaleza compusiese con aquella tormenta una lejana sinfonía y algunas notas llegasen hasta ella.
Pero la joven sabía que no era el viento quien producía aquel sonido. Lo había escuchado cuando había empezado todo, lo había temido a cada paso de su alocada carrera recordando el fatídico destino que había caído sobre los guardias de su caravana a cada nueva nota. Y no era la única que lo había oído.
-Sigue sonando. –Murmuró la criatura dirigiendo sus ojos de piedra hacia la espesura. –Eso significa que Maruk aún está vivo.
-¿Crees que él podrá ayudarnos?. –Preguntó la muchacha con esperanza.
-No. –Respondió la criatura con un tono tan frío como sus propias palabras. –Pero mientras siga luchando esa cosa no vendrá por nosotros y tendremos una oportunidad.
-Le tienes miedo, ¿Verdad?. –Preguntó la muchacha clavando sus ojos en los ojos de piedra de la criatura. –Tú tienes tanto miedo como yo.
Aquellas palabras parecieron afectar a su guardián tal y como la joven pretendía y por un momento este pareció dispuesto a responder a su provocación. Antes de poder hacerlo, sin embargo, uno de sus ojos se giraría de golpe hacia la espesura como si acabase de escuchar algo y su actitud cambiaría de golpe.
-Se acercan.
Fue todo lo que la criatura dijo para advertir a su protegida de la proximidad de sus perseguidores. Sin más palabras que estas, una de las pesadas manos del guerrero la cogió por un brazo llegando a hacerle daño y tiró de golpe de ella echando a correr una vez más. Algo a lo que la propia joven no se resistiría en absoluto al escuchar también el sonido de algo moviéndose tras ellos entre la espesura y la llevaría a usar las pocas fuerzas que le quedaban para tratar de mantener el paso de su guardián.
Pese a todo no era esto lo que más preocupaba a aquel ser de roca mientras corrían adentrándose más y más en la jungla. Incluso en plena carrera y con la angustia de saber que sus perseguidores no andaban lejos la mente de aquel guerrero seguía pensando en las últimas palabras de la joven.
¿Miedo?. No, eso no era lo que sentía al pensar en aquella criatura. Aunque su cuerpo se estremecía al recordarle al igual que el de su compañera no era temor lo que había en su corazón… sino excitación. Como si la muerte que este había sembrado sobre su caravana antes de encontrarse con Maruk fuese un desafío en lugar una amenaza.
Pero por desgracia aceptarlo era una opción que ya no existía para ella. Lo único que podía hacer ahora era correr tratando de huir de los cazadores Leoran que aún los perseguían. Algo que no sería nada fácil en su propio terreno y menos con una carga como la que arrastraba tras de sí aferrada aún a su mano. Pero la propia jungla no tardaría en proporcionarle una salida.
La misma selva que hasta entonces se había comportado como una trampa mortal ahogándoles en un laberinto de árboles y hojas se abrió súbitamente frente a la criatura y esta se detuvo de golpe. Los árboles de la selva se separaban en aquel punto como lo haría la corriente de un río al encontrarse con un obstáculo que no podía arrastrar: La escarpada pared de roca de una meseta.
Un muro natural de piedra y tierra que se elevaba frente a ella y a cuyos pies tan solo las plantas más pequeñas y las enredaderas eran capaces de sobrevivir. Lo que formaba un extraño pero conveniente claro semicircular en el que la lluvia y el viento azotaba a la joven humana y su guardián con fuerza pero les permitía a la vez ver de nuevo con claridad. Y esto facilitaría que los ojos de roca del guerrero diesen con una posible salida para su angustiosa situación.
Aún entre las sombras que les rodeaban su mirada pudo distinguir la entrada de una cueva semioculta entre las enredaderas y se dirigió allí de inmediato tirando con fuerza del brazo de su protegida. Convencido no solo de que era su única oportunidad para sobrevivir, sino también de que podía ser su condena final si los descubrían pero a la vez segura de que no tenía otra opción. Y aunque así hubiese sido, aunque su mente hubiese dudado por un segundo de aceptar o no el regalo que la jungla le ofrecía de pronto en forma de refugio, algo lo convencería al instante de que debía hacerlo.
Antes de entrar sus oídos se dieron cuenta de que algo no iba bien. El sonido que durante toda su huida lo había acompañado en el viento había cesado de golpe y esto lo hizo estremecerse por un segundo ante lo que podía significar. No de miedo, sino de tensión al encontrarse deseando por igual cualquiera de los dos desenlaces que podrían haber llevado al cese de aquella sinfonía.
Una vez dentro y ya libre del acoso de la tormenta sus ojos pudieron comprobar que era tan solo una pequeña caverna, apenas un hueco en la roca del que no parecía haber más salida que la que habían usado para entrar. Pero era todo lo que podía hacer y arrojó sin demasiados miramientos a su compañera al interior apoyándose a continuación en la pared junto a la entrada para poder vigilar el claro sin ser vista. Algo que, por desgracia para ella, no podría hacer durante mucho tiempo debido precisamente a aquella a quien debía proteger.
La joven humana estaba nerviosa, asustada, empapada y visiblemente fuera de sí ante todo lo que estaba sucediendo. Algo a lo que encontrarse de pronto encerrada en aquella pequeña cueva no ayudaba a mejorar en absoluto y la harían dirigir de inmediato toda su frustración hacia su guardián pensando en lo peor.
-¿Qué hacemos aquí?. –Exigió saber con voz desencajada pero todavía autoritaria. -Si nos encuentran no podemos huir, ¡nos matarán!.
-Tenemos más posibilidades que ahí afuera. –Replicó su guardián sin moverse. –En el bosque no somos más que presas para ellos, aquí al menos podremos defendernos.
-¡Estamos atrapadas! –Insistió la muchacha. –¡No podremos huir!, ¡Vamos a…!
La última palabra de aquella frase ni siquiera llegó a salir de la boca de la joven. Antes de que pudiese terminar su frase la pesada mano de piedra de la criatura la golpeó violentamente en la cara arrojándola al suelo y esta se quedó en silencio al instante. Tirada sobre el charco que la humedad había formado en el suelo de la cueva sin atreverse siquiera a levantar la cabeza mientras todo su cuerpo temblaba de miedo y rabia.
-Si tanto te asusta morir empieza por callarte. –Sugirió su guardián volviendo a mirar hacia el claro. –Así solo conseguirás que nos descubran.
-Todo esto es culpa tuya. –Murmuró la muchacha entre los temblores con que sus emociones sacudían cada fibra de su cuerpo. -¡Todo!. Tenías que protegerme no dejarme morir así!
-Tú eres la que huyó hacia el bosque como una estúpida, ¿Recuerdas?. –La contrarió su guardián mirándola de nuevo. –Si te hubieses quedado en el carruaje habríamos tenido una oportunidad, aquí esto es lo único que podemos hacer.
-¡Tenía miedo!. –Trató de excusarse su protegida levantando los ojos hacia ella. -Esa… esa cosa los estaba matando a todos. Solo quedaba Maruk y ni siquiera sabemos si podría detenerle.
-¿Y aquí crees que estás a salvo de él?. –Pareció burlarse la criatura. –Este es su bosque, su mundo… su territorio. Aquí cada paso que das deja una huella que pueden seguir, cada gota de sudor que desprendes es una señal que pueden rastrear con su olfato, cada jadeo un sonido que siguen entre el viento mientras nos dan caza como a animales. Porque eso es lo que hacen los depredadores como ellos, cazar... y nosotras somos sus presas ahora.
Aquellas palabras aterrorizaron aún más a la muchacha. El solo hecho de pensar que lo que la criatura acababa de decirle fuese verdad la hizo temblar una vez más comprendiendo su significado y esta se puso en pie para dar un prudente paso hacia atrás. Ya no solo por el peligro que las acechaba sino para evitar otro posible golpe de quien, irónicamente, debía protegerla. Aunque esto no bastaría en absoluto para que se callase.
-No eres más que una inútil… -Murmuró todavía en voz baja pero claramente desafiante. –Si Maruk estuviese aquí habría sabido que hacer, él no dejaría que muriese atrapada de esta forma. Pero tú…
-Maruk ya debe estar muerto. –Replicó la criatura tratando de mantener la calma pero clavando uno de sus ojos de piedra en ella.
-Y eso te alegra, ¿Verdad?. –Masculló con rabia la joven. -¿Crees que no sé que le odiabas?. Todo el mundo en Thalan sabe que ni siquiera tus propios compañeros te aguantan. No eras más que un incordio para todos y por eso estas aquí ahora, porque no le importabas a nadie. ¡Ni siquiera a tu hermano!.
-¡Callate!. –Advirtió ahora si en voz alta el guerrero girando la cabeza hacia ella.
-¡No!. –Se negó la muchacha visiblemente histérica. –Sabes que es la verdad, ¿Por qué sino no hizo nada para evitarlo cuando te elegí?. Solo tenía que decírselo a Luciora y ni siquiera yo habría podido hacer nada.
-Te lo advierto. –Insistió la criatura llevándose una mano a la empuñadura de la larga espada que colgaba en su espalda. –No sigas o…
-¡¿O qué?!. –Gritó ya sin el menor cuidado la muchacha, fuera ya de sí y lejos de cualquier posible razonamiento. -¿Me matarás?. ¡Ya estoy muerta!, tú misma lo has dicho. Y tú también, por eso estas aquí conmigo, porque hasta tu hermano sabía que no eras más que un estorbo y lo mejor era quitarte de en medio de una vez. Él conocía perfectamente mi fama y lo que les había pasado a mis anteriores guardianes pero no le importó, como tampoco le importó a tu querido Luciora llevarme a la cama anoche aún sabiendo que tú estabas allí fuera.
-¿De qué estás hablando?. –Preguntó ahora con voz perturbada la criatura, como si aquellas palabras la afectasen más que todo lo anterior.
-¿Crees que él no te vio?. –Se burló la muchacha. –Los dos lo hicimos. Te vimos llegar sonriendo como si pensases que un vulgar vestido bastaría para que él se fijase en ti. ¿Pero sabes qué?. No fue así, me bastó un beso para que dejase de mirarte y me llevase a mí a la cama. Y ni siquiera le importó que tú estuvieses allí fuera, en cuanto me tuvo a mí en sus brazos tú dejaste de existir. Aunque tampoco es tan extraño, ¿Verdad?. Después de todo tú nunca habías existido para él… ¡Nunca!.
-¡Ya basta!
Esta vez la voz de la criatura sonó tan fuerte y fuera de sí como la de la joven. Resonando como un trueno entre las paredes de la cueva mientras esta daba un rápido paso hacia la muchacha y la cogía por el vestido una vez más levantándola en el aire. Pero esta vez no para ayudarla como la última, sino para estamparla a continuación contra la pared de un fuerte empujón y dirigir el filo de su espada hacia su cuello ante los aterrados ojos de la joven.
-Esto debería haberlo hecho alguien hace tiempo. –Murmuró en un tono siniestro que sacudió el cuerpo de la muchacha con una ola de terror. –Así no habrían muerto tantos de mis compañeros.
La joven humana trató de gritar presa del pánico al escuchar estas palabras pero ya no pudo. La presión sobre su pecho la dejó sin aire y esta apenas pudo cerrar los ojos mientras la hoja de acero de la espada retrocedía antes del golpe que acabaría con su vida. Y sin embargo este nunca llegaría.
Justo en el momento en que la criatura levantaba su brazo desvelando una pequeña hendidura en la articulación de su hombro una flecha salió de la nada y se clavó en su cuerpo obligándola a soltar el arma y haciéndola retroceder al instante. Aunque no solo por el dolor que esta le provocaba al haberse hundido justo entre dos de sus huesos, sino por lo que aquel ataque significaba.
Apenas tuvo un segundo para reaccionar. Justo el tiempo que las tres sombras de sus atacantes tardaron en deslizarse a través de la entrada moviéndose con la rapidez de un felino. Pero aún con aquella herida esto era más que suficiente para alguien como ella y sus ojos de piedra pronto se dirigirían hacia su primer objetivo.
Mientras la muchacha huía hacia el fondo de la cueva temiendo por igual a sus cazadores y a su guardián, este último partió la flecha con su otra mano y se dispuso a enfrentarse a ellos recogiendo su espada con el otro brazo. Ya no para proteger a aquella humana a la que ahora odiaba con todas sus fuerzas, sino simplemente para morir al menos de una forma que su raza pudiese considerar digna.
Los tres cazadores, sin embargo, no parecieron en absoluto impresionados por la facilidad con la que la criatura se había deshecho de la flecha y las espadas de dos de ellos pronto centellearían en la tenue penumbra de la cueva. Aunque esto duraría apenas unos segundos.
A diferencia del guerrero al que se enfrentaban, los cazadores eran expertos en el uso del arco y no de la espada por lo que recurrirían a otro tipo de estrategia. Usando una vez más la oscuridad de la noche como escudo, los dos desaparecieron entre las sombras de la cueva y rodearon lentamente a su adversario en lugar de enfrentarse cara a cara a él. Algo que no sorprendería en absoluto a este último.
Los conocía perfectamente y no había esperado otra cosa, pero no estaba tan indefenso ante ellos como estos seguramente pensaban. En lugar de moverse para intentar buscarlos permaneció inmóvil en el centro mismo del arco de luz trazado por la entrada, flexionó ambas rodillas al tiempo que tensaba los músculos de su brazo… y esperó.
El primer ataque no tardó en llegar. Sus ojos de cuarzo se giraron de golpe hacia la derecha siguiendo un sonido captado por sus oídos y el resto de su cuerpo reaccionó al instante. Su muñeca giró atrayendo su espada hacia si mismo, se detuvo cuando la hoja de esta quedó completamente vertical justo frente a su cara y sus piernas se flexionaron aún más.
El golpe resonó en ese mismo instante. La espada de un cazador salió de la oscuridad dando un rápido corte horizontal hacia su cuello y mordió el metal del arma del guerrero. Otro sonido lo alertó a su espalda antes de que pudiesen decidir quién prevalecería. Un suave siseo seguido por una sombra, apenas visible gracias al chisporroteo del metal de ambas armas, pero más que suficiente para él.
Los ojos del guerrero giraron rápidamente hacia aquel lugar ignorando al primer cazador. Sus piernas lo impulsaron hacia atrás alejándolo de este al tiempo que inclinaba su torso hacia adelante, su brazo se movió hacia atrás haciendo que el extremo de su hoja abriese el agua que cubría el suelo y el silbido de una segunda espada llegó a sus oídos pasando entre sus propios cabellos.
El guerrero pudo verlo con claridad en ese momento. Sus ojos observaron como la espada pasaba justo sobre su cabeza arrancando pequeños hilos de plata de su larga cabellera y contraatacó sin pensárselo. Su espada volvió a moverse hacia delante acompañando a su cuerpo al tiempo que se enderezaba dando un fuerte golpe ascendente. La pálida hoja de metal atravesó las sombras seguida por una estela de gotas de agua y golpeó con todas sus fuerzas la espada del segundo cazador arrancándosela de las manos.
Su rival reaccionó entonces justo como él había esperado. Se movió una vez más hacia atrás desapareciendo en la oscuridad para recuperar su arma y dejó a su compañero solo por unos segundos. Tiempo más que suficiente para aquella criatura de piedra.
Ya sin temor a un ataque por la espalda, el guerrero centró su atención en el cazador restante y apenas se inmutó al verlo saltar hacia él con la espada en alto. No tenía tiempo para volver a atacar con su espada dada la longitud de la misma y la velocidad del ataque, pero tampoco lo necesitaba. Tan solo movió su pie izquierdo hacia delante girándose hacia la derecha y dejó que fuese la pesada hombrera de piedra de su armadura la que recibiese el golpe. Algo que lamentaría por unos segundos al notar como el impacto acentuaba aún más el dolor de la flecha, pero que le daría la ventaja que buscaba.
Con un rápido movimiento su espada ascendió una vez más por encima de su cabeza, descendió con todas sus fuerzas sobre el arma de su rival aún incrustada en su hombro y la partió en dos sin la menor dificultad. Lo que le daría de nuevo la oportunidad de atacar primero mientras el cazador retrocedía sorprendido observando los trozos de su propia arma.
Esta vez su intención ya no era desarmarle. Giró la muñeca sobre el mango del arma para sujetarla tal y como su nuevo golpe requería, tensó una vez más su brazo y la espada ascendió en diagonal hacia el pecho del cazador en un golpe tan fuerte como el anterior. Aunque, afortunadamente para este último, no lo suficientemente rápido para dar por completo en el blanco.
Pese a su sorpresa inicial, el cazador consiguió saltar hacia atrás a tiempo y la espada tan solo acertó a morder con su extremo una de sus piernas. Algo que no le mataría pero que, por desgracia para él, lo dejaría a los pies de aquel implacable guerrero de piedra. Y este no estaba dispuesto ya a dejar escapar su presa, al contrario, su mente estaba tan fija en acabar con su atacante que se acercó de inmediato a él olvidando todo lo demás y apuntó el extremo de su espada hacia su pecho.


Pero algo hizo que sus ojos se desviasen en ese mismo instante hacia otro lado. Antes de dar el golpe final y que la hoja pudiese probar la carne del cazador su mirada se dirigió una vez más hacia la entrada de la cueva y comprendió su error. Los cazadores no solo habían usado las tinieblas para ocultarse, también le habían mantenido en la luz para hacerle más visible y ahora comprendía por qué. Aunque demasiado tarde ya para hacer nada.
El silbido de la flecha abandonando el arco del tercer cazador llegó a sus oídos antes de que pudiese dar aquel golpe, su punta de acero se deslizó entre las láminas de sus muslos y este cayó a tierra gritando de dolor. Incapaz ya de hacer nada para defenderse salvo levantar la cabeza en busca de sus enemigos. Y cuando al fin lo hizo comprendió que todo había acabado.
Cuando sus ojos de roca volvieron a mirar al primer cazador lo único que pudieron ver fue su sombra levantándose justo frente a el con su espada de nuevo en la mano. Sus ojos brillando en la penumbra como los de un gran felino mientras sus músculos se tensaban para dar aquel último golpe… y la hoja de la espada descendiendo hacia el. Sin que nada ya, ni siquiera el mismo, pudiese hacer algo para detenerla mientras el metal surcaba imparable el aire y golpeaba su rostro con una fuerza terrible haciendo crujir la propia roca.
La oscuridad le dio la bienvenida en ese momento. Sus ojos se nublaron sintiendo el terrible dolor del impacto mientras su cara se dividía en dos y cayó hacia delante deslizándose poco a poco en la paz de la inconsciencia. Incapaz de moverse o hacer nada que no fuese tratar de respirar bajo el pesado manto con que sus cabellos empapados cubrían su cabeza.
Pero algo impediría que sucumbiese por completo a las tinieblas. Una sensación familiar, una inquietud que la haría dirigir débilmente su mirada hacia la entrada de la cueva pese a no poder mover ya su propia cabeza para sacar la cara del agua… y entonces lo vio de nuevo.
Justo en el momento en que su único ojo aún abierto se encontraba con la penumbra de la entrada una nueva sombra apareció frente a esta y dos ojos ya familiares la hicieron estremecerse. Dos estrellas de colores casi opuestos: una fría y pálida como el hielo al que recordaba su color y la otra ardiente como el intenso tono magenta que la adornaba, pero que sin embargo se movían al mismo tiempo confirmando que pertenecían a una misma criatura. Y cuando ambos se encontraron con el guerrero este pudo ver por un breve segundo como su luz vacilaba débilmente. Como si, de alguna forma, lamentasen encontrarle ya en aquel estado y no poder hacerle frente.
Aunque no sería este simple titileo en aquellos ojos lo que la haría estar seguro de los sentimientos de aquella criatura, sino su siguiente movimiento. Un pequeño gesto con una de sus manos al que ninguno de sus compañeros prestaría atención hasta oír el inconfundible tintineo metálico del objeto que este acababa de arrojar al suelo de la cueva para alegría y orgullo de los mismos: la espada rota y ensangrentada de Maruk.
Esta sería la última imagen que verían sus ojos. Antes incluso de que el eco metálico de la espada al rodar por el suelo se apagase por completo su mente se dio por vencida y dejó al fin que la paz de la inconsciencia se apoderase por completo de ella. Segura de que, pasase lo que pasase, sus ojos ya no volverían a abrirse y ellos no tardarían en poner fin a todo.
Antes de ocuparse de ella, sin embargo, el recién llegado dirigió su atención hacia la muchacha que seguía temblando al fondo de la cueva y miró a uno de los cazadores para dar una orden.
-Caetne. –Pronunció una voz extrañamente suave pese al tronar de la tormenta que aún los rodeaba.
-Nar azdurat?. –Preguntó la voz del cazador en un tono mucho menos amable, todavía jadeando por la pelea.
Los ojos del que parecía ser su superior se desviaron una vez más del cazador en ese momento y volvieron hacia la joven para mirarla, como si buscasen algo en la temblorosa figura de aquella indefensa humana. Y fuese lo que fuese pareció dar con él porque pronto volvería a mirar a su cazador y sacudiría la cabeza en un gesto que esta comprendería pese a lo extraño de su lengua.
-Naer. –Respondió con tranquilidad. –Et lar Ganiran.
Dicho esto, el recién llegado hizo un simple gesto con sus manos y los dos cazadores que aún podían caminar se dirigieron hacia la joven. Asustándola aún más y haciendo que esta se pegase gritando a la pared de la piedra temiendo la muerte hasta que, cansados de sus gritos, uno de ellos la golpeó suavemente en la nuca dejándola inconsciente y la cargó a la espalda para llevársela. Solucionado eso, los dos cazadores restantes lo siguieron en silencio y los tres salieron de la cueva dejando al recién llegado con la criatura.
A diferencia de sus cazadores este no parecía temerla y se acercó a ella con calma en lugar de rematarla. Inclinándose a su lado para observar su rostro semihundido en el agua y tirando a continuación de la cabeza de la criatura para poder mirarla a la cara. Y sería entonces, justo cuando el rostro de esta quedaba a la altura del suyo mientras la sostenía por sus cabellos, cuando él mismo se sorprendería ante lo que verían sus ojos.
Al sacarla de la charca el agua de la misma se deslizaría por la abertura que dividía su rostro arrastrando con ella una especie de arcilla grisácea y este vería algo extraño en su lugar. Un pálido retazo de piel que se vislumbraba entre las dos mitades de aquel rostro de piedra contrariando a toda lógica. Lo que lo llevaría a hacer algo que parecía aún menos razonable.
Tras colocarla junto a la pared y apoyar su espalda en la misma tomó el rostro de piedra de la criatura entre ambas manos, tensó sus músculos haciendo crujir el borde astillado de la roca y tiró con todas sus fuerzas hacia ambos lados. Al instante el rostro y parte de la cabeza de la criatura cedieron quebrándose entre sus dedos. La horrible cara de piedra del guerrero se dividió en dos como una máscara y algo totalmente diferente quedó a la vista: el delicado y pálido rostro de otra muchacha.
No era humana como probaban sus orejas ligeramente puntiagudas así como el color totalmente blanco de su pelo y sus cejas, pero distaba mucho de ser el monstruo al que se habían enfrentado sus cazadores. Al contrario, incluso en aquel estado de inconsciencia y con el rostro manchado y torcido por el dolor podía apreciarse la belleza que sin duda poseía aquella joven.
-Lar sadira… -Murmuró observándola todavía y volviendo sus ojos hacia lo que quedaba de la máscara.
Ni siquiera aquel ser de ojos bicolores parecía ser capaz de entender lo que estaba viendo. Su mente no conseguía explicar por qué jamás se había dado cuenta de algo así cuando él mismo había matado a un guerrero como ella hacía apenas unos minutos y sus razas se habían enfrentado ya decenas de veces. Pero la respuesta a sus preguntas no tardaría en llegar de la mano de la misma que le había ocultado la verdad: la máscara.
Mientras observaba los deteriorados fragmentos de esta, sus ojos vieron como lo que parecía una delgada película de barro se disolvía de pronto en la cara interna de la máscara y más arcilla gris como la que había visto al principio quedaba al descubierto. Pero no fue esto lo que lo alertó, sino el modo en que esta comenzó a hervir de pronto disolviendo el barro y parte de la roca como si fuese ácido hasta evaporarse por completo.
Aquello fue todo lo que necesitó para comprender qué sucedía. Su mente retrocedió por si sola hasta hacía unos minutos cuando había dejado tras de sí el cuerpo humeante de otro guerrero como ella. Una escena que había visto repetirse otras veces y que siempre había tomado como algo natural, pero que ahora se revelaba extremadamente importante. Sobretodo al ver como pequeños hilos del mismo vapor comenzaban a brotar también de la armadura de aquella joven.
En ese instante sus manos se movieron por si solas. Sin apenas pensar sus dedos buscaron el cuello de la muchacha para asegurarse de que seguía con vida, su otra mano se movió a un lado apuntando su pecho al tiempo que sus uñas se extendían convirtiéndose en afiladas garras y, cuando al fin pudo sentir el suave tamborileo de su corazón golpeando su piel a través de sus venas… tomo una dolorosa decisión.
Empieza bien la historia.

Crag, tus capítulos son demasiado largos para leerlos seguidos por el monitor del PC, pero aún así, quien se haya acostumbrado por "Lazos de Sangre" no tendrá mayor problema [poraki] XD

Creo que sólo te has comido unas tildes en algunas palabras:

Ya no solo por el peligro que las acechaba sino para evitar otro posible golpe de quien, irónicamente, debía protegerla.

Ese "solo" va con tilde, ya que puede sustituirse por "sólamente" y la frase no pierde sentido (este es el truco que uso yo para saber qué "solo" va con tilde y cual no)

-¡Callate!. –Advirtió ahora si en voz alta el guerrero girando la cabeza hacia ella.

Debería llevar un coma entre guerrero y girando, pero eso será según interpretaciónes, lo que sí que te falta es la tilde en "callate" y otra en "si". Como te sucede en otras frases como: Su mente retrocedió por si sola...

-¡No!. –Se negó la muchacha visiblemente histérica. –Sabes que es la verdad, ¿Por qué sino no hizo nada para evitarlo cuando te elegí?.

Ese "sino" va separado porque si no (XD) sería un sinónimo de destino.

En frases de este estilo: Y sin embargo este nunca llegaría. ó Aunque esto duraría apenas unos segundos. Ten cuidado con los "este", "esta", "estos"... si no van acompañados de un sustantivo se tratan como pronombres y para diferenciarlos se les pone tilde (éste, ésta, éstos...) En alguna que otra ocasión los usas y creo que no has puesto ninguna tilde ;)

La siguiente ya es un poco más importante, cuando dices casi al final del capítulo: Sobretodo al ver como pequeños hilos del mismo vapor comenzaban a brotar también de la armadura de aquella joven. He de decirte que un "sobretodo" es una prenda de vestir que se lleva por encima de las demás prendas y que, normalmente se usaba en la edad media de impermeable o como una especie de abrigo... Lo que tú querías decir era "sobre todo", separado ;)

Quitando todas estas memeces, ya que no son fallos "graves", el texto me ha gustado mucho. Tiene ritmo y los diálogos están muy bien entrelazados con el texto, quizá te falta alguna que otra escripción más o ahondar en las ya hechas, porque hay cosas que no consigo visualizar en mi mente, pero supongo que eso también es porque no me lo he releido (es que es muy largo [poraki]) y entonces habré perdido algún detalle.

Los demás capítulos los haré sin repaso de tildes (es una lucha perdida la mía con las tildes) pero lo que si deberías es corregir el sobretodo XD A ver cuando tengo un minutito (o una hora) para leerme el resto ;)
Rectifico en una cosa... "sino" se puede usar junto como sinónimo de "pero". Siento la corrección errónea por mi parte (esto me pasa por intentar sacarte fallos [poraki] XD)
Te odio [poraki]











































nahXD, muchas gracias por las correcciones (todo ayuda a pulir cosas), especialmente lo del sobretodo que se me debió ir la pinza>_<. En cuanto a lo de que son mu gordos pal monitor, lo sé, por eso pongo siempre el archivo de word pa quien se lo quiera imprimir^ ^.
A ver si esta tarde puedo leerme el 2º sin quedarme dormido [poraki] XD

En serio... quiero saber qué pasa con la criatura esa con armadura de piedra. Por cierto, ¿cuál de las dos protas del capítulo está más buena? XD
Me he leído el prólogo y el primer capítulo. Me está gustando bastante, según vaya leyendo más ya t ire comentando.

Ah! coincido con Vadin en lo de las descripciones. Estaría bien algunos detalles más sobre la apariencia de los personajes.





Saludos



p.d.: a mi el capitulo no me ha parecido largo
Venga va..... [tomaaa]

Ahora estoy trabajando. Pero en cuanto llege a mi casa prometo leerme el prologo y el primer capitulo.

Esta tarde te doy yo tambien mi opinion. Por lo menos si teneis muchas opiniones os animais a seguir con la historia.

Un saludo.
Necane escribió:
p.d.: a mi el capitulo no me ha parecido largo



Eso es porque eres masoca, te salva que opinas como yo en las descripciones XD

Y Arsy también lo es por querer leersela, yo lo hago porque no tengo más remedio XD XD
Está claro que Arsygraft y necane no me conocen aúnXD, sino no empezarían a leerse algo mío, pero se agradece que alguien más le pegue uno jo al relatillo^ ^.

Lo que comentáis de las descripciones tiene una razón, precisamente el capítulo 2, espero que al leerlo lo entendáis mejor.
Bueno, lo conseguí, ya me lo he leido.
Me ha gustado mucho. Tengo ganas de ver como continua.
Me gusta el estilo que imprimis en el texto. El ritmo es el idoneo. Las descripciones me han parecido correctas, y hacen que el texto no se precipite en el tiempo. Eso si , hay una cosa que hace que casi te atropelles al leerlo. Y es que utilizais muy pocas comas.

Digamos que es un efecto raro y contradictorio el que se genera. El buen hacer en las descripciones aposentan muy bien la historia. La retienen, pero la ausencia de pausas (ausencia de comas) en muchas partes hacen que se precipite todo. Es como domar a un potro X-D . Un poco mas de pausa os ayudaria, por que he sobreentendido que lo que quereis es un texto pausado y bien definido.

En fin , que os salis con el texto, yo tambien tengo escrita una historia de ese estilo. Y aunque me gusta cuidar el ritmo de la historia, no consiguo ni de lejos la proyeccion que conseguis vosotros en lo descriptivo.

Animo y a seguir con estas estupendas historias.

Saludos.
9 respuestas