Se que es un toston leerse algo muy largo, pero me gustaria saber si vale la pena continuarlo. Gracias por adelantado
El día acababa y se fundía con las brumas de la noche. De camino a la ermita abandonada el joven caballero se arropo en su capa raída. El caballo piafo y un vaho blanquecino se elevo por el aire. La espada maldita le consumía el alma y el lo sabia, pero ¿como librarse de su maldición ahora que la poseía? Había matado, mentido, robado, violado, lo habían excomulgado y ahora era solo un negro asesino. Alguien le dijo que en esa ermita encontraría la forma de redimir su alma. Desmonto cautelosamente, con la Empuñadura de Caín cerca de la mano, por si era una emboscada. Al abrir las puertas el olor a moho y a cerrado lo mareo. Todo estaba cubierto de polvo, excepto el sobrio altar marmolazo, donde reposaban un cáliz y una extraña marca forjada en hierro. “En los últimos rayos de la luz, él aparecerá y redimirá así todos tus pecados” le dijo el anciano “Pero cuidado, porque puede más duro el perdón que el castigo, piénsatelo joven Carian”. Nunca supo como ese viejo zarrapastroso supo su nombre, pero le daba igual, su halo malvado viajaba veloz como el viento, y nadie en su sano juicio no lo conocía. Carian era su apodo, el “corrompido”. Faltaban unos pocos minutos. El caballo fuera se encabrito y una ráfaga helada cerró las puertas con un sonido sordo. Velas rojas y negras se encendieron a su alrededor y Carian se dio cuenta que dibujaban un antiguo símbolo arcano y que él estaba justo en su centro. Entonces apareció. Era una figura huesuda, de cuencas hundidas y labios finos. El asesino pensó que seria fácil deshacerse del viejo si era necesario así que bajo su espada y se rió.
-Vete al diablo con tus trucos de sibilino. Dime, ¿eres tú el Ermitaño que puede perdonar todos los pecados?-su voz trono entre las columnas.
- ¿Quién quiere caminar por las sombras para hallar la luz?- susurro tenuemente casi sin despegar los labios.
- Carian el Corrompido me llaman, viejo.- su voz se torno amarga- Perdí todo lo que tenía y más por esto- apretó el mango de la espada con furia.- Quiero recuperar lo que fue mió: mi vida, mis sueños, mis amigos, mi…prometida. ¡Oh Dios, solo quiero que mi única ilusión no sea dormir y cerrar los ojos para siempre! – Imágenes desgarradoras pasaron por su mente; los miles de actos viles y violentos que había cometido le claveteaban el corazón como mil agujas- ¡¡Quiero morir!!
- ¡Morirás, pero hay no acabara tu pecado! Noche tras noches, día tras día vivirás eternamente hasta que la sangre de tus pecados no sea expiada. – Aulló irguiéndose entre las sombras- Que así sea.
Carian se puso a temblar, las velas ardieron con una brutal intensidad, casi cegadora. Los símbolos empezaron a colorearse de un liquido rojizo-¿¡Sangre?!, Oh Dios, eres uno de ellos, eres un…
-Vampiro.-y se abalanzo sobre como un gato. Carian saco su espada pero una zarpa con una fuerza sobrehumana le doblo el brazo, llenándolo de dolor. Notaba su frío aliento contra su piel, los colmillos amarillentos junto a su piel, poniéndole el vello de punta.
-No por favor…-balbuceo entre temblores.
-¡Por la sangre de Cristo, yo te condeno!-las velas rojas empezaron a rezumar mientras los colmillos del ermitaños penetraban en la arteria. Carian se sentía desfallecer, el dolor, la perdida de sangre, ya ni podía respirar. Casi totalmente desangrado el ermitaño lo soltó encima de las runas. Cogio el cáliz y con una uña afilada se hizo un pequeño corte en el cuello y vertió su sangre en la copa- Bebe, y que tus pecados sean perdonados- le acerco el cáliz y le derramo el contenido en la boca. Carian paladeo el sabor oxidado de aquella sangre que parecía haber tenido mil vidas. Noto como su cuerpo se convulsionaba como sus músculos adquirían una fuerza que jamás llego a imaginar, como su colmillos se alargaban hasta ser dos perfectas navajas, como sus uñas se convertían en estiletes. Antes que el joven caballero se recuperara del todo, el ermitaño calentó la forja y le estampo el símbolo olvidado de la muerte en la nuca.- Que así sea.-las velas negras ya estaban consumidas.