Como en el anterior que publiqué, también a este al releer le encuentro fallos o cosas que cambiaría... Pero espero que os guste.
Un saludo.
EL DESCENSO
Mirad ese lugar lejano
que muchos tenéis cerca;
un lugar donde la noche tiene un color roñoso,
y una luna de paredes pringosas,
grave y correosa,
parece sudar aceite y fango.
Es una parte olvidada de la urbe,
donde vive la gente que no existe para la gente.
Pero no bajes la mirada,
no aceleres el paso,
no tengas miedo.
Y observa.
Ahí le tienes,
derrumbado en una esquina;
alguien que se come a solas su ración de abismo.
La oscuridad le golpea en el estómago.
Sus dedos están cansados de pastar en la basura
en busca de comida.
Bajo cartones desollados,
sus músculos arden,
calcinados por el frío.
Tiemblan las últimas costuras de sus ropas,
dejando casi al descubierto
sus pellejos,
erosionados por el hambre.
Las estrellas no calientan,
están viejas para él...
Y cuando el cuerpo no tiene qué comer,
empieza a devorar el alma.
Todo pudo ser distinto
si no hubiera pasado tantos años
huyendo de sí mismo;
si no hubiera estado tanto tiempo
mirando su cara desplomarse en el espejo;
si no hubiera dejado que los sueños
le tendieran una trampa.
Es un perdedor por vocación,
un profesional de la tristeza;
su voz es como un réquiem despoblado
de todo pulso musical.
Su saliva,
reseca y llagada,
traza surcos fétidos
que gotean por su barbilla,
anhelante de un pasado
en el que de vez en cuando había
cierto síntoma de luz.
¿Dónde están ahora sus amigos?
Resultó que habían firmado un contrato temporal.
¿Qué le dió el amor?
Un lugar bajo la vida,
a pocos metros del infierno;
el primer escalón a la miseria.
¿Y la familia?
Los más queridos están muertos,
el resto se lo hace.
Pero se arrastra orgulloso
sobre su vergüenza,
porque nadie pudo ponerle una correa
ni a su lengua ni a su espíritu;
nadie pudo ponerle un bozal
a la histeria compulsiva y pasionada
que regía sus afectos
y cambió su destino...
... A pesar de que nadie quiera estar cerca
de alguien cuya boca
huele a sonrisa muerta.