No conocía esa variante del dilema del prisionero. La versión clásica es la que comenta ZholvaX. Hay dos movimientos: cooperar y no cooperar. Si ambos cooperan, ambos ganan una cierta recompensa. Si ninguno coopera, ambos tienen pérdidas. Pero si uno coopera y otro no, los beneficios y las pérdidas, respectivamente, se disparan.
El gen egoísta, de Richard Dawkins, hace un análisis delicioso de este tipo de juegos de suma no cero. El dilema del prisionero es un ejemplo, se dice que es de suma no cero porque la suma de los resultados que obtienen los participantes no es cero. No es como un partido de baloncesto, donde hay exactamente un ganador y un perdedor -juego de suma cero-.
Aquí un resumen.
Se cita el experimento del dr. Axelrod. Programó un ordenador en el que se simulaba la existencia de muchos individuos que trataban contínuamente entre sí en juegos de suma no cero como el dilema del prisionero. Luego organizó un concurso en el que cada investigador podía participar con una estrategia de comportamiento. Algunos ejemplos serían colaborar siempre, no colaborar nunca, introducir variables aleatorias... Las puntuaciones se van acumulando, y tras un cierto tiempo, los peores participantes quedan eliminados -simulando la extinción de las especies menos adaptadas al entorno-. Sorprendentemente, ganó una estrategia muy sencilla, "Donde las dan las toman". El primer movimiento siempre es colaborar, y a partir de ahí, se copia el anterior movimiento del otro participante. De esta forma a la larga se garantiza el empate en el peor de los casos.
Como conclusión, se dice lo mismo que cita NaN: las personas solemos tomar como juegos de suma cero aquellos que son de suma no cero. No percibimos fácilmente los beneficios de la colaboración. Por lo tanto, tendemos a competir entre nosotros en vez de colaborar, pese a que la competencia da peores resultados a la larga. Pero es la naturaleza humana... La educación puede mitigar eso algo, pero no lo elimina completamente.
El factor humano muchas veces muestra comportamientos curiosos. Vamos con un ejemplo que leí aquí mismo hace tiempo. Pregunta A: si podéis elegir entre cobrar 500 € seguros, y jugarse a cara o cruz 1000 o ninguno, ¿qué elegiríais y por qué? Pregunta B: ¿y si en vez de ganar hablamos de perder?
Normalmente se elige ganar 500€ seguros, y jugarse a cara o cruz perder 1000 o ninguno. Sin embargo, la contradicción sólo es aparente. El problema es que para la 2ª pregunta suele fallar la percepción del riesgo. Pesa más la posibilidad de librarse completamente de un problema en lugar de correr pérdidas seguras, aunque sean menores que las que se arriesgan. Dicho de otra manera, es la opción más fácil a corto plazo. En la vida real hay muchos ejemplos. ¿Qué es mejor, llegar tarde o pisar el acelerador, aunque te arriesgues a algo mucho peor que llegar tarde? Sólo cuando tenemos una percepción fiable de las pérdidas que nos jugamos, preferimos las pérdidas moderadas. Normalmente no tenemos esa percepción, sólo vemos las pérdidas seguras y las no pérdidas, mientras que las pérdidas arriesgadas suelen descubrirse cuando se manifiestan.
Esto también explica, por ejemplo, por qué hay mucho más miedo a volar que a ir en coche, cuando la probabilidad de accidente de un coche es mucho mayor. Para los aviones, la percepción del riesgo es mucho más fácil por el revuelo que arma un accidente -tristemente lo hemos vuelto a comprobar hace poco-. Pero la repercusión mediática de un accidente de coche, y el impacto en la audiencia, son mucho menores. Se piensa "bueno, todos los días mueren accidentados, es un tributo al progreso, es que van como locos", etc. Las personas no siempre percibimos bien los riesgos -muchas veces fallamos como una escopeta de feria-. Por eso muchas veces vemos como normales cosas que conociendo los riesgos veríamos como una locura. Se tiende a subestimar la dificultad y la importancia de lo que se desconoce.