Lo que esconde el éxito de la austeridad en los países bálticos
Los países bálticos han servido de 'conejillo de indias' de la austeridad. Tras una década de excesos, crédito fácil, inflación y burbujas (el precio de la vivienda en 2007 subió un 19,5% en Lituania, un 23% en Letonia y un 12% en Estonia), en 2009 empezó la recesión. Por ejemplo, en Lituania cayó el PIB un 14,8% interanual. Ese año comenzaron los recortes y el desapalancamiento.
Hoy, el PIB de Lituania crece a un ritmo del 3% interanual y las estimaciones de Bruselas es que esta tendencia siga al alza en los próximos años. La tasa de paro ha pasado del 18,5% al 11,7% actual. El déficit público ha pasado de un 9,4% a un 3,2% sobre el PIB. Una mejora espectacular si se mira desde las estadísticas y desde el punto de vista macroeconómico.
¿Milagro o espejismo?
Para llegar a cuadrar las cuentas, el periodista Claudí Pérez explica en el suplemento Negocios, que el gobierno lituano redujo los salarios en un 30%, recortó las pensiones, subió algunos impuestos, se redujo el gasto público (45% del PIB hasta el 36% actual) y también se rebajó el salario mínimo en torno a un 25%. Es decir, se implementó lo que se conoce como una devaluación interna, el mismo procedimiento que se está llevando a cabo en España en la actualidad.
Emigración y desigualdad
Más allá de las cifras se encuentra la realidad y la vida en Vilna (capital de Lituania) no parece tan halagüeña. Según El País, unas 300.000 personas han dejado el país báltico desde que comenzó la crisis. "El drama es que se han ido los más listos", reconoce el ministro de finanzas lituano.
Otros ciudadanos de Vilna cuentan que el salario mínimo se encuentra alrededor de los 250 euros, una cantidad escasa para poder vivir en varias zonas de Lituania.
Pero no todo acaba ahí, los más desfavorecidos han sido quienes han sufrido una parte importante de los recortes. Las pensiones por invalidez han caído y la desigualdad se ha disparado.
Ahora, una parte importante de la población está disgustada con Bruselas y la Unión Europea y la mayoría no apoya la entrada del país en el euro, que en teoría está pensada para el 2015.