El falso diaro de un fantasma.

    Diario
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38-45-173.
He terminado mi guardia. Con estas palabras dejo constancia oficial de haber comenzado a utilizar -a las 36 horas con 57 minutos del día 09 del mes Alurio del año 210 posterior a la Victoria- el nuevo modelo de almacenamiento de información privada debido al agotamiento de la capacidad de memoria del modelo anterior. Esta versión moderna me permite desconectar el sistema de interacción, lo que significa una ganancia neta en materia de privacidad subjetiva; viene equipado con un nobot de alta resolución también desconectable, lo que significa que si necesito hablar con alguien ajeno al personal profesional de la nave puedo recurrir a él. El nanochip instalado en mi cerebro le da acceso a mis recuerdos, le permite comprender mi personalidad y por lo tanto aconsejarme con más certeza que los especialistas de la flota. Todo oficial tiene la obligación de poseer y utilizar un modelo de almacenamiento de información privada más conocido como DIARIO PERSONAL.
Esta declaración es enviada al mando de la nave y de la flota por el Teniente Capitán Julio Valdivia, oficial médico del crucero “José Raúl Capablanca” perteneciente a la octava división de la Flota Espacial encargada de la seguridad de los cuadrantes 57 y 58 de la galaxia “Venturini”. Cumpliendo con las normas establecidas estipulo que lo siguiente es información personal y sólo en circunstancias ESPECIALES podrá ser leído sin mi autorización como reza en los artículos 567 y 908 relativos a la privacidad de aquellos que, nacidos en el planeta Tierra, cumplen servicio en la Flota Espacial por tiempo indefinido.
Hecho esto comienzo mi diario.
Me encuentro acostado en mi habitación, he disminuido la intensidad de la luz, tengo los ojos cerrados y me relajo mientras dejo que Josh, el nobot de mi diario copie las incidencias ocurridas durante mi guardia.
34hrs: Los sistemas de vigilancia detectaron un grupo de naves desconocidas acercándose a la nebulosa X-09. Se identificaron como parte de un convoy mercantil del planeta Saki sobreviviente de un ataque perpetrado sobre ellas por un escuadrón Ninclous del planeta Signie; el oficial de mayor rango, Shotio Pelinus, informó tener dañados sus sistemas de navegación, motivo por el cual se dirigían a la nebulosa. Previo reconocimiento y comprobación de la certeza de la situación se procedió a rescatarlos. A las 37hrs los tripulantes de las naves recibieron atención médica y fueron puestos en cuarentena.
37hrs. 56 mins: Dos escuadrones Ninclous se aproximaron al Capablanca en formación de combate.
38hrs: El general Airto solicita dialogar con el oficial al mando del crucero, en este caso, yo.
38hrs.02mins: Se inicia el diálogo. El general exige le sean entregados los sobrevivientes como prisioneros de guerra de acuerdo al artículo 37 de la Confederación de Planetas. Se aclaró que en este caso tal artículo no es aplicable pues el susodicho se refiere a naves de guerra y personal entrenado para el combate; teniendo en cuenta que el convoy atacado estaba compuesto por naves de transporte y que el personal entrenado para el combate no sobrepasaba la cantidad dictada por la Convención se denegó su petición. El general insistió y recibió la misma respuesta.
38hrs.65mins: Los escuadrones Ninclous inician un despliegue alrededor del crucero y lanzan sondas de reconocimiento. Se ordena a los artilleros asumir posiciones de combate, se levantan los escudos defensivos, se inicia la preparación para el despegue de nuestros escuadrones de caza y se informa al Mando de la situación mientras aparece la nave nodriza de los Ninclous.
38hrs.70mins: Una nueva solicitud de diálogo es enviada desde la nave principal del enemigo. Se acepta la petición sin dejar de reforzar las defensas. En esta ocasión es el Mariscal Perink quien demanda la entrega de los refugiados y sus pertenencias, se le dio la misma explicación que recibió el general por lo que exigió negociar con un oficial de su mismo rango o al menos con el capitán del crucero.
38hrs.73mins: El capitán Marius Montmerit se presenta en el puente de mando y escucha las palabras, amenazas proferidas por el mariscal: “Si no se me entregan a los refugiados con sus naves y pertenencias no habrá compasión con ustedes; la Convención no tiene jurisdicción sobre la guerra entre Saki y Signie. ¡Entreguen a esos bastardos y tal vez los dejemos vivir!”
Apenas había terminado de hablar cuando los cazas fueron lanzados sobre los escuadrones Ninclous, el Capablanca no acepta amenazas de nadie. Antes de llegar a su puesto el capitán me había dado luz verde para actuar a discreción en caso de peligro, por eso decidí lanzar las naves aprovechando el factor sorpresa, el golpe fue brutal por inesperado, todas las armas del crucero abrieron fuego con precisión mortal; los escudos resistieron el fuego enemigo y las naves regresaron a los hangares antes de que los Ninclous se recuperasen de la sorpresa que tanto daños les hizo para salir reabastecidas a continuar peleando contra el enemigo que, reagrupado, se empeñaba sin éxito en penetrar el fuego salido del crucero. Por orden del capitán, antes de dirigirme al hospital de la nave, organicé el ataque de la reserva; las últimas naves ligeras dejaron el crucero en aparente desorden, evadiendo cada una los ataques enemigos provocando la distracción mínima para permitir al Capablanca esquivar los disparos de la nave nodriza, de mucha mayor potencia de fuego, y acercarse lo suficiente para disparar con certeza tres misiles grado 5.
El enemigo se debilitó, las fuerzas de ambas naves se equilibraron mientras nuestros cazas y los Ninclous se enzarzaban en una lucha tenaz. Yo cuidaba a los heridos, cerraba los ojos de los muertos; el hospital funcionaba con eficiencia absoluta cuando fui llamado al puente. “Quedan ocho naves que aún no han salido al espacio. Espero que no hayas olvidado como pilotear un caza de alta velocidad porque necesito que tú las dirijas.” Me dijo. “Hace mucho tiempo que no lucho, capitán… y ya tengo cuarenta años, mis reflejos…” “Te necesito, Valdivia; mira la pantalla, todas sus fuerzas están ocupadas, el equilibrio les favorece; la nave más cercana a nosotros tardará más de doce horas en llegar. Necesito que salgas y te hagas cargo de la situación.” “Pero ellos harán lo mismo…” “Ellos no te tienen a ti. Prepárate. Saldrás apenas estés listo, deja el hospital a cargo de Olivia.”
Y así después de más de diez años dedicado a curar enfermos y heridos me vi –otra vez- al frente de una pequeña escuadra de ocho cazas.
Salimos en formación estándar y una vez más tomamos por sorpresa al enemigo, sorpresa doble porque al atacarnos rompimos la formación y al enviar refuerzos para acabar con nosotros me lancé a toda velocidad entre ellos, abrí una brecha pequeña y mis compañeros me siguieron, no sé cuántos Ninclous destruí pero fueron suficientes para poder disparar a mansalva contra la artillería de la nave nodriza, entonces me batí en retirada, los cazas, cumpliendo la orden del capitán, se subordinaron a mí. Decidí arriesgarme en la maniobra Bohr, movimiento peligroso pero efectivo si se hace bien. Sin disparar volamos alrededor de la nave enemiga a toda velocidad, ella trató de posicionarse para atacarnos y sin darse cuenta ofreció su flanco más débil al Capablanca que –golpeado como estaba- lanzó una andanada brutal, la última, porque después de ella todos los generadores (excepto los de emergencia) dejaron de funcionar.
La batalla seguía implacable en el espacio. Comprendí que vencerían aquellos capaces de no prestar atención al destino de su nave principal, por eso ordené una maniobra tras otra, cada una más complicada que la anterior, cada una exigiendo cooperación total entre los pilotos, impidiéndoles preocuparse por el Capablanca… de pronto las alarmas de temperatura externa se activaron, los sistemas de protección contra radiaciones echaron a andar, la inteligencia artificial (IA) de mi caza recomendó regresar de manera urgente al crucero; destruyendo Ninclous hice un vuelo de reconocimiento y ordené a mis hombres regresar: La nave nodriza estaba inutilizada. Sus reactores de fusión estaban descontrolados y no tenían potencia para evacuar…
Fui el último en llegar al Capablanca. Las puertas del hangar se cerraron justo antes de que la explosión destruyera la nave enemiga y calcinara los restos de los escuadrones de asalto, los Ninclous.
El capitán me abrazó como a un hermano antes de dejarme regresar al hospital de la nave. Olivia se las apañó muy bien. Miré la hora y comprobé que mi guardia había terminado, volví al puente, presenté mi reporte, vine para mi habitación y tomé un baño antes de estrenar mi nuevo diario.
He leído lo escrito. Para ser un resumen de mi guardia es bastante objetivo. Han pasado dos horas desde comencé. Es hora de descansar.
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