Hola a tod@s.
¿Os habéis fijado que ahora casi nadie tose como antes? No me refiero a que no haya tos. Me refiero a que ya nadie tose abiertamente, como si el hecho de toser no tuviese importancia.
En la naturaleza los animales ocultan su enfermedad para evitar la acción de los depredadores. En la sociedad, en cambio, mucha gente tosía sin ningún disimulo, incluso ruidosamente, como si diese igual. Como si todos tuviésemos que aceptar esas toses que, en cierto modo, eran una forma de decir "yo estoy aquí, ¡y mi catarro también!"
La tos admite variadas clasificaciones y nombres: está la tos vanidosa de esa persona altiva que no te saluda, pero tose a tu lado; la tos manifiestamente maleducada del sujeto que no respeta el silencio en una conferencia, porque quiere hacerse notar; y también hay una tos afectada, esa tos de la mujer o el caballero importantes que necesitan anunciar su presencia.
En cualquier acto público, cualquier conferencia, cualquier evento del tipo que fuese (un oficio religioso, un funeral, una clase, una obra de teatro, una película en un cine) siempre había alguien que tosía, como forma de darse importancia, como diciendo "Estoy aquí y por eso toso estentóreamente, ¡que se me oiga!"
Le tosían al Rey, le tosían al presidente del gobierno. Le tosían a Camilo José Cela. Le tosían a todos los grandes intelectuales que han sido.
La tos aparece en el refranero popular, y así los grandes personajes, para subrayar su autoestima e importancia, podían decir "¡a mí no hay quien me tosa!"
Pero todo esto fue hasta la llegada de la pandemia del COVID.
Ahora, quien tosa se someterá a los prejuicios, temores, sospechas fundadas o infundadas, de quienes perciban ese familiar sonido... y esa persona que tosa puede sufrir una inmediata estigmatización social porque ya nadie querrá acercarse a ella, y respirar, aunque sea por mala suerte, sus residuos respiratorios, que vaya usted a saber si tiene COVID
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