“Era un bastión inexpugnable el que se alzaba encima de sus cabezas. Inmensas paredes de piedra guardaban el interior de la fortaleza que habían tardado tanto tiempo en alcanzar y que ahora parecía imposible de vencer.
Un mar de guerreros se extendía por toda la llanura. Mar salpicado a veces por la gran maquinaria de asedio que el continente de Yalay poseía. Todo para tomar la fortaleza que albergaba al mayor de los Kay, Eadhrôn.
Pronto los grandes mandatarios aparecieron a la cabeza del batallón. Seiro, un joven paladín fornido, pese a su edad. De hombros anchos y rostro sereno y a la vez lleno de rabia, poseía un don de espadas magnífico, lo que le había llevado a encabezar las tropas del continente entero. En sus ojos azules, como herencia de su sangre Tiryana, se escondían perfectamente cualquier temor posible que pudiese albergar su corazón de guerrero, cosa que pocas veces ocurría. Su larga melena de color rubio le caía por los hombros y la espalda recogida en una coleta para facilitarle la entrada a su casco. Vestía una armadura dorada, realizada por los mejores forjadores del reino de Dámica y hechizada por el gran mago Mefili, lo que le confería el carácter único que todo el mundo conocía.
Sus espadas, las llamadas Eléyanas por su creador, el mago Eley de Tirya, acompañante también de la comitiva, estaban tan afiladas que podían cortar por la mitad el ancho de un pelo de la cabeza de cualquier persona, se las conocía con el nombre de Shinara y Anara, la espada de la esperanza y la espada del saber. Su fama se había extendido por todo el territorio conocido gracias a las afortunadas campañas realizadas por la región de las llanuras heladas de Lerianor, y de la liberación de los valles centrales después de la reconquista.
Detrás suya se encontraba Eley, el gran mago de Tirya. Era un joven muchacho humano no tan fuerte como el apuesto paladín, pero sí de buena forma física, sobre todo gracias a la buena atención recibida en los últimos tiempos. De tez pálida y ojos oscuros, parecía vulnerable a cualquier tipo de ataque, mas no podría cometerse mayor error, ya que sus grandes dotes mágicas lo habían convertido en un oponente a tener muy en cuenta. Incluso Seiro temía enfrentarse a Eley, aunque, como buen guerrero, sabía ocultar tal fallo. De vestimenta simple, tan sólo llevaba un bastón y, encima de sus ropas, una simple capa marrón que le protegía del frío y de quien sabe qué más.
También se encontraban con ellos personalidades como el mismo Rey de Eleanor, Kadel III y el correspondiente representante de Tiara, Fede’lar entre otros. Sus séquitos les seguían, pero además de todos ellos había una figura que durante todo el camino se había mantenido alejado de toda la organización del batallón, pero que en esos momentos se dispuso a entrar en la fortaleza.
Era un hombre ya mayor, de pelo y barba canos, pero con una cara que, lejos de parecer senil, aparentaba mucha menor edad de la que él mismo afirmaba tener. Sin embargo, sus manos huesudas y su espalda ligeramente encorvada se decantaban por todo lo contrario. Ropajes de campesino y andares de señor parecían una combinación muy poco usual por aquellos lugares.
El extraño personaje se abrió camino entre la multitud y se colocó justo en el centro de la reunión de los máximos dirigentes.
- ¿Y bien?- preguntó el viejo
- Por el momento parece todo demasiado tranquilo para estar a tan poca distancia de la fortaleza, Kayn – respondió Seiro con bastante respeto- , pero no debemos de fiarnos de las apariencias
- La verdad es que no, pero no nos queda más remedio que avanzar antes de que llegue la noche. Cuanto antes terminemos....
- Esperad un momento Kayn – el rey del poderoso continente de Lerianor interrumpió al viejo a pesar de la cara de disgusto que puso éste -. Hemos pensado que un ataque directo a la fortaleza, más que una victoria, nos pueda crear tantas bajas en el ejército que no permita la conquista del bastión de Eadhrôn.
- Entonces cuál es vuestra sugerencia
- Veréis – esta vez tomo la palabra el superior de Tiara -, habíamos pensado pasar aquí la noche y, aprovechando las sombras y la magia de Eley y los demás magos y hechiceros que nos acompañan, llevar a los guerreros y la maquinaria hacia el otro extremo de la fortaleza y sorprenderles por detrás. Allí se creará una confusión enorme, dado que no se esperaba la llegada del batallón por aquel lugar, además, al acampar, debemos de asegurarnos que nos vean.
>>Una vez se cree esa confusión, los mejores guerreros del batallón entrarán por la zona frontal y se dedicarán a la misión principal que nos trae hacia aquí.
- ¡Pero qué es lo que tenéis vosotros en la cabeza¡- exclamo Kayn ante el asombro de todos- ¿ Pensáis que semejante locura es tan fácil de hacer como pronunciar unas palabras y ya está? Pues no. La magia requiere su tiempo y es fácil de que Eadhrôn descubra que estamos realizando un hechizo de semejante magnitud.
- Perdonad mi interrupción, Kayn, pero creo que entre todos los hechiceros y magos aquí presentes podríamos realizar la hazaña sin despertar la más mínima sospecha en nuestro enemigo.
- ¿Cómo lo sugerís pues?
La discusión entre el encorvado personaje y el rey de Tiara, conocedor de las artes mágicas, empezó a desvelar algunos de los detalles del ataque sorpresa a la fortaleza, pero no muchos de los presentes pudieron entender el significado de las palabras que allí se pronunciaban, ya que se estaba usando un lenguaje que no llegaban a comprender.
Sin embargo, a los pocos minutos de comenzar aquella charla, Kayn pareció ponerse muy contento y aceptar, al fin, la propuesta que Fede’lar propuso. Así, se dispusieron a acampar en las llanuras a la espera de la llegada de la noche y con la esperanza de una victoria definitiva sobre Eadhrôn.
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en su momento no lo postee porque no me pareció apropiado. Ahora sí. Abro boca y esto es primicia para EOL
nos e ves