Bolgar busca aún a Karibdys, pero no lo ha encontrado. Después de hacer algunos preparativos, se dispone a partir en busca del muchacho.
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La noche pasó tranquila y sosegada y la temperatura fue agradable hasta momentos antes del amanecer, cuando Bolgar se despertó, más por la costumbre que por la luz de los primeros rayos de sol. La extensa llanura había adoptado un color rojizo-anaranajdo que, para el hombre, era muy bello, sobre todo en aquella época, y más en otoño entrado. El canto de los pájaros no se hizo esperar y pronto estuvo rodeado de un sinfín de melodías cuyos protagonistas eran las aves que volaban sobre su cabeza. Ion y el potrillo estaban también despiertos y pastaban tranquilamente en el recinto que les permitía el hechizo de Bolgar. Éste se desperezó y se tomó unos minutos de relajación antes de empezar un nuevo día cargado de trabajo.
El tiempo pasó y Bolgar se dirigió hacia el río Elo cuyas aguas estaban de un color azul intenso tras la rápida ascensión del sol que dejó una nueva tonalidad amarillenta en la pradera donde se encontraban. El agua, fría y limpia, terminó de despertar al hombre que se preparó pronto un desayuno con un poco del pan de la noche anterior y algo de queso. Los viajes eran muy entretenidos, y serían una verdadera maravilla de no ser porque la comida se repetía una y otra vez y se limitaba a pan duro, queso, carne seca y algo de pan dulce, como así lo llamaba. Era uno de los contras de viajar. Cuando hubo terminado se dirigió hacia los dos caballos y tras una breve charla con Ion, montó sobre éste y emprendió de nuevo el viaje hacia el sur de Tirya.
El camino era monótono y algo pesado lo que, de no ser porque tenía una ocupación en la que distraerse, hubiese sido aburrido, incluso irritante. Y de Karib ni rastro por ninguna parte. Los enviados la noche anterior en busca del muchacho no habían regresado todavía, lo que no era ni buena ni mala noticia. Tarde o temprano daría con él. Cabalgó lentamente hasta que llegó la hora del almuerzo, cuando paró debido al calor insoportable que estaba haciendo. A esas temperaturas no se podía viajar, así que tuvo que buscar algún lugar donde pudiesen albelgarse de sofocante sol del medio día, cosa bastante difícil, ya que se encontraba en medio de una basta extensión de terreno sin apenas árboles lo suficientemente grandes como para resguardar a las bestias y el humano, sin embargo, tuvo suerte y halló cerca del río unos árboles juntos que le permitirían descansar hasta que el calor comenzase a remitir. Pero cuando llegó allí se llevó una pequeña sorpresa, se le habían adelantado y ya había alguien en aquel magnífico lugar de descanso. Se trataba de un hombre de mediana edad lo que no se podía deducir de su pelo, completamente lleno de canas y algo despeinado, que le caía sobre los hombros. Sus ojos verdes expresaban todavía energía, pero una gran carga sobre sus hombros y su cuerpo era algo delgado, cercano a lo extremo. A pesar de encontrarse a finales de verano, aquel hombre parecía no haber recibido ninguno de los rayos del sol, pues su piel era pálida aunque no mostraba signos de ninguna enfermedad. En definitiva, aquel era un hombre peculiar. Vestía ropas malgastadas, seguramente por los viajes que realizaba, o debía realizar y recibió la llegada de Bolgar con una amplia sonrisa. Parecía una persona amistosa.
- Buenos días, amigo - saludó Bolgar.
- Buenos días. ¿Qué os trae por aquí? – respondió aquel hombre.
- Pues viajes. ¿Podemos descansar aquí mis caballos y yo?
- Por supuesto – dijo con tono amistoso a la vez que se apartaba un poco y dejaba sitio a Bolgar y a los caballos -. Hay suficiente para los cuatro. Mi nombre es Galdian, ¿y el vuestro es?
- Bolgar. Vengo de Ol y me dirijo hacia el sur. ¿Queréis compartir algo de carne seca conmigo?
- Muchas gracias por su amabilidad: Yo colaboraré con algo de fruta – respondió mientras sacaba unas manzanas de aspecto apetitoso -. Mi destino está también en el sur. Me dirijo al alcázar de Dulain, donde espero encontrar algo que llevo buscando durante algún tiempo.
- Veo que no tenéis caballo, ¿Venís a pies, por casualidad?
- Así es. Es mejor para las piernas.
- Pero hay un largo trayecto hasta Dulain. A pie serán por lo menos tres largas semanas.
- Hay pueblos por el camino donde pararse. Estoy acostumbrado a viajar.
Fue una conversación larga y entretenida donde los dos hombres aceptaron viajar juntos hasta Musso, donde Bolgar tomaría de nuevo el camino solitario que había llevado hasta el momento y, sin resultado aparente.
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juas, q bien me lo paso con este personajillo
, weno weno, por si no te acuerdas, Galdian acompañó a karib durante parte de su viaje hasta q le avandonó.... aq esta parte de la historia ocurre simultaneamente con la de karib, así que si haces un poco de memoria verás que Galdián está en 2 sitios al mismo tiempo.... sí es el mismo
xD