El guardina del Destino I: Llegada a la Capital

Por fin se divisaban las murallas de la capital del país. Tras varios días de camino, habían llegado a las puertas de la rica ciudad. Karib y Allen saltaron del carromato pese a las advertencias de sus madres y corrieron a la entrada de Ol mientras los primeros afortunados de la caravana comenzaban a entrar.
El portón era inmenso para los chiquillos, que era la primera vez que habían visitado la importante ciudad. Enormes muros de piedra gris rodeaban al castillo y a su ciudad para evitar posibles ataques de enemigos hace tiempo inexistentes. Tras los guardias que custodiaban la entrada se podía contemplar las blancas torres del palacio de Ol, y un poco más cerca, las casa de los comerciantes y habitantes olenses.
Con demasiada lentitud para los muchachos, comenzaron a entrar los carromatos de la gran caravana, que atravesó todo el sur de la región para poder llegar a tiempo a la fiesta anual de la Luna. En las regiones de Ol era muy celebrada esta antigua fiesta que duraba alrededor de una semana, y que terminaba con la ultima noche del verano, anunciando así la época de recolección y de trabajo.
Para los jóvenes significaba mucho tiempo para jugar mientras los mayores se dedicaban a recoger los frutos de reserva para el invierno. Para estos últimos señalaba el comienzo del trabajo y la preocupación constante de guardar suficientes comida como para pasar un invierno sin aprietos. En definitiva, una fecha señalada para todos los Tiryanos, desde las tierras al norte, en Volano, como las del sur, en las tierras de Dulain.
Actuaciones de juglares y teatrillos ambulantes decoraban a la ciudad que se convertiría, durante unos días, en la capital del mundo, con motivo también del abundante comercio que por esos días se podía encontrar en Ol. Fiestas, celebraciones y, lo más sonoro de todos los actos: el torneo de lucha. Una especie de competición donde los mejores guerreros de la zona se reunían para demostrar cuál de ellos era el mejor con su arma. Un espectáculo que nadie en Tirya quería perderse, y por supuesto, Karib y Allen no eran menos.
Ansiosos y expectantes veían como pronto les llegaría el turno de pasar a través del pórtico que separaba la ciudad del valle exterior. Allen deseaba con todas sus fuerzas concursar en dicho torneo y confiaba plenamente en su destreza con la espada. Karib también quería participar, pero sabía que contra su amigo no tendría nada que hacer, porque siempre acababa perdiendo. No hacía falta más que mirar un poco a los dos chicos. Allen era alto y fuerte, de cabellera rubia y larga que le caía sobre los hombros. Rostro alegre y despreocupado, como el de todos los chavales de su edad. Llevaba siempre encima su espada corta, que manejaba como un verdadero experto.
Por su parte, Karib era algo más flacucho y, desde luego, menos diestro que Allen en el manejo de cualquier arma. Sus brazos apenas podrían sostener con firmeza una espada larga, y menos aún manejarla con destreza. Era una persona alta y de ojos profundos y llamativos. Si Allen representaba la fuerza bruta y la habilidad en armas, Karib era más táctico. Eso le daba algo de ventaja a la hora de sus habituales luchas en el bosque contra Allen, pero desde luego no la suficiente como para poder vencerle, así que estaba totalmente convencido de que no podría ganar el campeonato, pero de todas formas quería participar.
Por fin llegaron a las puertas de la ciudad. La ciudad de Ol se extendía delante de ellos. Calles amplias y llenas de gente, malabaristas y juglares que se encargaban de animar a los transeúntes, grandes y pequeñas casas con sus caminos de piedra y, por supuesto, el palacio. La emoción embargó a los dos amigos cuando contemplaron por primera vez en su vida el blanco color de las torres del castillo real de Ol. Allí se celebraría la competición de lucha y allí se encontraría la familia real.
- Fíjate Karib qué maravilla. Nunca había visto nada igual
- Es increíble. Nunca pensé que de verdad llegaríamos a la ciudad
- Jajaja, de verdad, como se nota que todavía eres un crío
- No me parece q tengas mucha más madurez que yo – insistió irónicamente en la palabra madurez-, después de todo, tenemos la misma edad.
- Ni hablar, yo te gano por 5 meses
- Siempre haces lo mismo. Pero eso no importa, la última vez que luchamos casi te gano
- ¿Pero como que casi me ganas? Si te di una paliza increíble. Tócate la cabeza y podrás comprobar que aún tienes aquel chichón. Ja ja ja
- ¿Ah si? Ahora verás
Karib se bajó del carro y saco su espada de detrás de su capa amenazando a su compañero con gestos con la mano. Mientras, Allen le miraba con una sonrisa dibujada en su boca, aún encima de la carreta. Tras pensárselo un poco se puso de pie y salto al suelo para colocarse en posición frente a su adversario.
Sus miradas se cruzaron. Las manos de Allen se desplazaron lentamente hasta la empuñadura de su espada y la sacó con una rapidez asombrosa. Pronto Karib estaba arrepentido de haber sido tan impulsivo como para retar a Allen en plena calle, donde podría quedar en ridículo delante de unas cuantas decenas de personas, pero ya era tarde. Su contrincante se había abalanzado contra él. El filo de la espada recorrió su cabeza dos veces a la vez que él esquivaba los golpes.
Un tercer embate intentaba acertarle en medio de su cuerpo, pero un rápido movimiento de espada cortó la trayectoria del golpe. Una sonrisa se volvió a dibujar en el rostro de Allen mientras se retiraba para volver a atacar rápidamente con otra acometida. Esta vez iba por lo bajo y Karib casi pierde el equilibrio por esquivar el golpe. Esto representaba la pérdida definitiva del combate.
En efecto, Allen aprovechó la ocasión para propinarle una patada a Karib que le dejó tirado en el suelo.
- Vaya Karib, parece que no hemos mejorado desde la última vez- sonrió Allen mientras le daba la mano para reincorporarse.
- Ya veremos que es lo que ocurre en palacio
- Ja ja ja. No te pongas así hombre
Karib recogió su arma y la volvió a guardar en su cinto mientras Allen seguía recochineándose de la destreza de su amigo. “Algún día te enseñaré lo que puedo hacer”, se decía a sí mismo, pero... a fin de cuentas era lo que siempre escuchaba en su cabeza para contener la ira. Desde luego dos humillaciones en público serían demasiado como para soportarlo, teniendo en cuenta que ya había sufrido una, y, bastante vergonzosa.
Fue en ese mismo momento cuando Karib se dio cuenta de que había bastante gente en la calle. Unos cuantos pensamientos pasaron en ese momento por su mente, y quizá al que más le hizo caso fue al que le decía “tierra trágame” o, “me quiero morir”, porque desde luego el de “matar a Allen” en esas condiciones no era muy posible. Así que, avergonzado, humillado, defenestrado, lleno de barro, ..., bueno, todo eso y más, corrió para alcanzar la carreta subirse a ella para no volver a salir más en toda la mañana.
Me ha gustado bastante, se lee bastante bien y el tema, sin llegar a ser muy adictivo, es entrentenido.

Seguro que la relacion de los dos chicos da mucho juego, en este primer capítulo no se atisba demasiado, pero el futuro sera de ellos, verdad?.

Me ha recordado un pelin a Los Pilares de la Tierra.....

Y bueno, por último, haz un recopilatorio que sino tus escritos se perderan en la inmensidad del foro.

Bye
me gusta el estilo, pero ¿es éste el primer capítulo?

Saludos
sí, este es la primera parte de la historia ^^.
Y el futuro..... vendrá vendrá
No adelantaré nada ^^ pero por ahi pueden ir los tiros ninguno
Visto que has puesto los links, me he decidido a leer la historia....;)
Bueno, la narración me parece bastante buena, la historia, por ahora no puedo opinar, pero tiene pinta de dar bastante juego.
Luego me leo el 2º capitulo.
Saluditos ;)
4 respuestas