Sí y no.
Por un lado te acostumbras a lo que haces. Según lo que hagas te irá mejor o peor. Si lo haces mal te vendrá, más tarde o más temprano te vendrá, y no hay vuelta atrás, no hay solución.
Si tú trabajo es duro y comes mucho, casi que no lo notas, lo quemas. Si te paras pero sigues con tu ritmo de comida, engordas. Has engordado y vuelves a la carga, te escoñas.
Si tu trabajo es duro y comes poco, no engordas, pero algo te falta, tu cuerpo lo pide, a la larga te escoñas. Si te paras pero sigues con tu ritmo de comida, es un reposo, estás bien. Si engordas no se nota, hasta que vuelvas a la carga, entonces te terminas de escoñar.
Si tu trabajo no es duro y comes mucho, engordas, malo. Si comes poco, sin pegas, pero te falta algo, que a la larga te vendrá, y no hay solución.
Por otro lado está el metabolismo de cada cuerpo, puedes pesar 60 kilos y comer como un cochino y pesar 100 y no comer apenas, cada cuerpo es un mundo, y no reaccionan igual.
Y ahora súmalo todo, trabajo duro, no hago nada, trabajo blando, no hago nada, trabajo duro y me machaco deportivamente, trabajo blando y me machaco deportivamente, dieta dura, blanda, como mucho, poco... échale guindas al pavo, hay variables para dar y regalar.
No es tan sencillo, y sin contar las enfermedades derivadas de una mala alimentación o, mejor dicho, la relación entre la alimentación, el ejercicio y el cuerpo de cada uno, su metabolismo. No es tan simple.
Enga, nos vemos.