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Esto de las caducidades es más complejo de lo que parece.
Cuando te dicen que un producto ha de consumirse preferentemente antes de cierto día, no quiere decir que después de esa fecha sea peligroso comerlo. La mayoría de las veces, después de la fecha de caducidad, lo que se ve alterado son las características organolépticas del producto; es decir: olor sabor, textura, apariencia, etc. Quiere decir que será menos apetecible comerlo, pero no peligroso.
En algunos casos la fecha de caducidad es importante, como en carnes, mariscos y pescados. Estos productos tienen una carga bacteriana bastante alta. Pasados unos días, el productos se deteriora a gran velocidad. Un filete de carne puede estar bien tres días, con buen aspecto, y al cuarto tener una apariencia y olor asquerosos. En estos casos hay que andarse con ojo.
Otro asunto son los congelados y las conservas. Un producto congelado puede durar indefinidamente. Años y años, a pesar de que en la etiqueta ponga mucho menos. En estos productos el crecimiento bacteriano está inhibido totalmente. El producto sólo se estropea debido a la actividad del agua. Como está congelado, esta actividad es bajísima. Uno se podría comer un filete que llevase congelado 30 años y no notaría nada.
Las conservas son iguales. Si se enlató debidamente el alimento, su duración es ilimitada. Lo único posible es que sus características organolépticas se deterioren; muy lentamente, eso sí, debido a la actividad del agua, que de todas formas es bajísima. El peligro es un mal envasado con la consecuente putrefacción. Si esto ocurre, tampoco es problema: la putrefacción hace que la lata se hinche , y esto indica que mejor ni abres la lata.
Por cierto, en caso de poder elegir lata o bote de vidrio, es mejor la lata siempre, ya que se abomba al generarse gas. El bote no. Muy importante con los espárragos, por ejemplo, que fácilmente se contaminan de toxina botulínica si no se tiene cuidado. Lo peligroso de esto es que un alimento contaminado por tal toxina no parece en mal estado, y te lo comes. Y lo que es peor: el botulismo es una enfermedad que es poco clara, con síntomas poco escandalosos. Te da debilidad y es fácil achacarlo a otro motivo. Pasan los días y empeoras, y llega un momento en que te mueres por parálisis. Incluso si se detecta la enfermedad, a veces no se puede curar ya que la toxina se une a su diana biológica de manera irreversible.
Por lo tanto, mejor elegir metal antes que vidrio.