Aunque es cierto que la inmensa mayoría de seguidores del fútbol son poco más que chimpancés amaestrados, no es menos cierto que también hay gente inteligente y con inquietudes a la que le gusta el fútbol. Por tanto, el problema no es el fútbol, sino la persona.
La cultura está ahí para cualquiera que quiera acceder a ella; el fútbol no tiene la culpa de que algunos obvien el resto del conocimiento de nuestro tiempo.