Al otro lado del árbol que no nos deja ver mas allá, se encuentra la isla de las predicciones, donde ansía llegar el más temible de los caracoles. Este caracol era conocido como el "Rompebrazos", y no es para menos, pues cuentan que una vez tumbó a la bestia más fuerte de la zona, "la pantera comepiedras".
Nuestro caracol ansiaba llegar a la nombrada isla porque cuenta la leyenda que en ella se encuentra "el sabio de las predicciones", un hombre anciano de unos doscientos años que tenia el don divino de ver venir las cosas cuando aún ni siquiera habían nacido. El caracol debía emprender su camino cargado de provisiones, porque la equivalencia kilométrica que tendría que recorrer si este fuese un hombre seria de unos dieciocho mil kilómetros. Y dieciocho mil kilómetros no es moco de pavo, y menos para un caracol, por especial que fuera este.
El primer problema que se le planteaba era el de el árbol. Una enorme secuoya tan alta como el cielo. Su tronco era diez veces el pueblo del que procedía nuestro caracol, y si tuviese que rodearlo, la distancia prevista se vería modificada, teniendo que sumarle al menos mil kilómetros más. La única posibilidad que tenia el caracol de no rodearlo era que este árbol fuese tan amable como para apartarse tras una charla con nuestro temible caracol. No olvidemos que su apodo está ganado a pulso, pues recordemos que nuestro caracol ha vencido en batallas a muerte a animales tan fieros como "El ciervo con cuernos de toro", un animal que ha destruido civilizaciones enteras.
Su camino iba a comenzar, y en su mochila llevaba un paquete de pañuelos de papel, un plátano para merendar y algunas chocolatinas, pues era el caracol más goloso de la zona. Empezó a caminar, y en cuestión de minutos llegó hasta la secuoya. El recibimiento fué frió, ya que estábamos en invierno y la temperatura era realmente baja, pero la secuoya se mostró muy amable con el caracol, a pesar de eso dijo que no se movería. El temible caracol empezó a mosquearse como sólo él puede mosquearse. Se empezó a dar golpes con el puño en su indestructible caparazón a modo de reto, y gruñó hasta decir:
-Si no te apartas, te tendré que apartar a la fuerza. Por algo me llaman "El Rompebrazos".
El árbol se burló, diciéndole con tono irónico "lo siento mucho caracol, no sabias que tu fueras el rompebrazos, pasan tantos chulitos por aquí que ya no distingo a los malos de verdad de los piltrafas.... como TÚ!. Jajajaja!!!" [rió con la más malvada de las entonaciones imaginables].
Nuestro caracol no parecia afectado tras haber sido vacilado por el árbol. Tan solo dijo:
- Empieza a llover, y esta noche habrá tormenta. La próxima vez que vuelva serás ceniza.
- Si claro, ¿a caso eres meteorólogo?
- Pues no, pero antes de llegar aquí utilicé mis superpoderes para llegar a la isla de las predicciones, rodeándote logré llegar en menos de treinta minutos, y me dió tiempo para merendarme un buen plátano. El caso es que el anciano de las predicciones me dijo que esta misma noche la más alta de las secuoyas sería abatida por un rayo, y que tan solo si demuestra un acto de bondad sería liberado de tan funesto destino.
La secuoya asustada dudaba de su palabra, pero ante la duda optó por dejarle vía libre al caracol.
To be continued... o no.