El periférico más raro de la Wii

Cuando se puso a la venta la Nintendo Wii, descubrimos que con ella podríamos jugar a videojuegos como nunca lo habríamos hecho. Lo que antes hacíamos con una cruceta o con un joystick analógico ahora lo podemos conseguir levantando e imitando los movimientos del personaje virtual delante de la pantalla. Jugar a golf, bolos, béisbol, luchar con espadas o apuntar con una pistola nunca había sido una experiencia más real. Tan solo hay que imaginarse que el mando de Wii se convierte en todo tipo de objetos para hacer que la sensación sea aún más auténtica.

Pero esta nueva consola también abrió la veda para que algunos fabricantes de periféricos pusiesen a la venta todo tipo de accesorios para este mando. Raquetas, palos de golf o pistolas de plástico que llenan las estanterías de las tiendas especializadas y que no aportan nada a la jugabilidad, pero sirven para tener que usar la imaginación un poquito menos.

La existencia de estos accesorios no me parece del todo mal, puesto que no suelen costar más de 20€ y puede llegar a ser divertido jugar al Wii Sports o a Resident Evil con ellos en la mano. Pero cuando a alguien le da por sacar un periférico ridículamente caro, me saltan las alarmas.

Es el caso de "Dragon Quest Monsters Battle Road Victory" y su "monstruoso" mando, un juego destacable por dos razones: tiene nada menos que seis nombres en su título y está basado en una máquina recreativa en la que los jugadores pueden escanear sus cartas para hacer aparecer a los monstruos en el juego.

El periférico que podéis ver en la imagen se enchufa al mando principal de Wii y consta de una gran espada y dos pedazo de botones moldeados en plástico de primera calidad. Este último detalle lo deduzco por su precio: 110€. Ningún plástico de las tiendas de veinte duros vale tanto, así que tiene que ser extraordinario. Teniendo en cuenta que el cacharro no incluye el escáner de cartas que tiene la máquina arcade, tiene un alto potencial de convertirse en un arma arrojadiza capaz de sesgar millones de vida.

O eso, o acabar en la basura.