El reflejo sublimado

El otro día me miré al espejo...Era como si no fuese yo.
Hacía tanto tiempo que no veía mi reflejo en un cristal, que apenas recordaba mi fisonomía.
Pero, el reflejo que ví, no era del todo como los otros.
Era un poco yo, y a la vez no lo era; lo poco de mí que veía en ese reflejo, iba poco a poco desvaneciéndose.
Como quien deja una botella de etanol abierta, mi reflejo se difuminaba, se iba lentamente desgastando.
Miré mis manos y ví que se estaban emborronando, y mis piernas, y mi torso... todo yo estaba sublimándome ante un momento de desesperación que parecía no importarme lo más mínimo.
Como dibujado, borroso, en un lienzo, salí a la calle, dejando mi esencia por allí por donde pasaba.
Me fuí a despedir de la gente que me importa. "Adiós, me voy, me sublimo".
Ante lo poco que podía hacer, me fundí con el aire.
Todo traspasaba mi carcasa gaseosa.
Pájaros, árboles, personas, globos extraviados de la pequeña mano de su jovencísimo dueño...
Cada globo me contaba una historia, unas tristes, otras más divertidas, unas sensatas, otras sin pies ni cabeza.
Ayer, viajando con el viento por las calles, vi mi cuerpo caminar vacío. Con su tez blanquecina y sus ojos cristalizados, con su mueca inexpresiva y su voz completamente desgastada.
No pude entrar, no pude ni si kiera tocarlo, no puedo, no tengo manos.
El viento me habló: "Quizás deberías dejar que hiciera por él mismo, ahora ya no formas parte de él, o quizás, en vez de entrar tanto en su mente, deberías pasarte más a menudo por su corazón."
Pero ya no pude hacer nada. El viento se me llevó hacia el lugar desde donde escribo.
Quizás algún día vuelva a encontrarme con mi cuerpo, mas de momento, es tan sólo una ilusión.