Ya lo decía Fernando el Católico, alias "el Catalán".
"España* es una nación muy apta, pero es tan desordenada..."
*España se entendía desde hacía siglos como la unión de todos los pueblos hispánicos
El tema es que los franceses han heredado el sistema de los francos de resolver los problemas, por la fuerza de autoridad. Lo cual es un sistema muy válido y efectivo con ciertas rémoras con las que no sirven los razonamientos. Aunque es más tosco para otros temas, pero no es el caso. La efectividad del sistema para organizar un pais de forma ordenada está a la vista.
En España usamos el sistema romano, todo por leyes, debates, discusiones, derechos, etc, lo que nos ha traido serios problemas con gente a la que todo eso le da igual.
Bastaría recordar nuestra experiencia federal, se dio cuerda suelta a los federalistas, que eran pocos y torpes, pero gritaban mucho. Algo como ahora, que unos cientos de miles de "sentimentales" nacionalistas tienen todo la atención sobre una población de 42 millones. Se organiza España en varios territorios federales unidos por "pactos de honor", todo precioso en el papel. Os podeis imaginar como acabaron los "pactos", no es que se independizaran, es que se declararon la guerra entre ellos. El bombardeo de Cartagena sobre Alicante es el mayor logro del separatismo español.
Ni catalanes, ni gallegos, ni estado federal, ni nada, lo que a nosotros nos va son los várdulos, los autrigones y los vectones. Cada uno de su casa y a darnos de leches, que es lo que mola.
Llevar el debate al campo de los sentimientos (ya que históricamente tienen las de perder) es distraer la perdiz a campos intangibles donde no se puede razonar. Si tu me dices que te sientes de tu pueblo, y que además tu pueblo es sólo tuyo, que va de aquí allí, y todo porque sí, pues yo digo que la unidad de España es algo axiomático. Y fin del debate de los sentimientos. Total, al fin y al cabo si hubieran nacido en China serían unos chinos de tomo y lomo. Los sentimientos van y vienen y cambian y son relativos, hay que tenerlos en su coto particular, no como elemento político.