Hoy me toca
definir
"perpetuidad"
por defecto:
son los siglos
de historia
que nos observan
entre la bruma
etérea
que confunde
tu aroma
con
el principio del fin
de la inocencia.
Ahora echo
de menos
su sinceridad aplastante,
siempre empeñada
en conseguir
un equilibrio
a posteriori
con la tranquilidad
que supone entender
la vida con
diez años de retraso.
Si pudiese
volver atrás
llegaría hasta el
umbral de los tiempos,
ese que se alza vacío
con el destino
aún por escribir,
siguiendo la ruta
maquiavélica
grabada en
nuestra memoria
colectiva, y
me enamoraría
borracho
de mil mujeres
distintas
para confundir
al mundo,
para crear
de una vez
por todas
los placeres mundanos.