El viejo Bazar. Necesito Opiniones.

LA MAGIA DEL VIEJO BAZAR

Conducía concentrado, alerta de los paisajes que ocupaban aún un lugar en su memoria desde la niñez. Las laderas de los montes mantenían un verde casi olvidado, por donde había compartido vueltas en bici de chaval y por donde se había lanzado ladera abajo con plásticos a toda velocidad cuando la nieve los cubría por completo. Las viejas fábricas en ruinas y abandonadas donde antaño, aunque ya más mayor, se ocultaba con las chicas por las noches descubriendo sus secretos. Todo aquello seguía allí, tras el cristal del coche, al alcance de la mano. Una vieja balada roquera comenzó entonces a sonar en la radio, avivando más si cabe la sensación de añoranza, hasta que finalmente una señal en la circunvalación informaba del acceso al centro urbano y Gorka se concentró en la carretera. Acompañando al panel y con un vivo color naranja más grande incluso que el cartel de entrada al pueblo se anunciaba un centro comercial, a buen seguro cortado por el mismo patrón que la decena de ellos que había dejado atrás en las diez horas de viaje que llevaba, pensó.

Pasó por varias avenidas de nuevos chalets y casas adosadas, para llegar a angostas callejuelas más familiares; aquello recordaba ya a su pueblo. Se perdió un par de veces y vio como el mismo edificio se repetía una y otra vez hasta que finalmente y gracias a la ayuda de un aititxe dio con la calle correcta. Aquellas laberínticas calles tenían varios cientos de años de historia, pero a Gorka le pareció que no habían acusado lo más mínimo los últimos veinte.

Esquivó a duras penas un par de pivotes y consiguió encajar su Ford Mondeo en el hueco que dejaban con la pared y que servían para obstaculizar la entrada a la calle peatonal. Se bajó del coche y estiró las piernas. Tras un largo viaje está al fin de vuelta. Avanzó unos pasos, empapándose de las sensaciones y los recuerdos que ocultos en los rincones de su mente se asomaban como capullos de flor con los primeros rayos cálidos de primavera; allí seguía la panadería de la señora Karmen, y recordó los pequeños bollos de leche que aquella vieja señora de pelo blanco regalaba a diario a los niños con una sonrisa en la boca y que ellos engullían de un solo bocado perdiendo casi la respiración por momentos. Unos pasos más allá, una persiana echada en lo que fue el Kiosco de Peio “El Sordo”; el mismo que salía corriendo irguiendo el bastón detrás de aquel que osara ojear un par de páginas más de la cuenta del último tebeo que le había llegado. Gorka aun recordaba los capones que había recibido de aquel viejo gruñón cuando de chaval trataba de llevarse algún que otro sobre de cromos escondido en los bolsillos. Avanzaba alelado por la calle de su niñez cuando se percató de que había llegado a su destino. Al fondo de la calle e iluminado por el sol de mediodía, descubrió el viejo cartel que anunciaba el bazar de sus padres, y que antes lo fue de sus abuelos; “Bazar Bilbao e Hijos”, y en letras pequeñas “Artículos Curiosos de todos los rincones del Mundo” El tiempo no había pasado en balde y la pintura estaba deteriorada, las letras se leían difícilmente y los tonos grises y apagados se habían apoderado del panel que se sujetaba a duras penas de la pared. Gorka pensó que con un poco de maña podría salvarlo para el nuevo negocio que estaba a punto de abrir. “La Cocina de los Bilbao”. Y se imaginó como quedaría allí colgado, a todo color y perfectamente iluminado, y se vio también a él debajo, a la puerta del restaurante, una noche de verano, despidiendo a unos satisfechos comensales.

Un par de bocinazos alarmaron a Gorka. Se trataba de una furgoneta que con un par de maniobras consiguió esquivar el ford milagrosamente sin rozar pared alguna. El hombre de la furgoneta sacó una mano por la ventanilla y apunto hacia los pivotes, que automáticamente se bajaron hasta desaparecer en el suelo. Avanzó unos metros dentro de la calle peatonal y detuvo el vehículo. De la furgoneta se bajó un chico joven, de no más de 20 años que se fijó en Gorka. Avanzó con paso ligero. Alternaba la vista sobre Gorka y la destartalada tienda y mostró una amplia sonrisa al llegar a su altura.
-Una buena mano de pintura, unos grandes ventanales y vas a necesitar de varios brazos extra para dar abasto a sacar chuletones –el tipo tenía un ligero acento árabe, conservado aún pese a una vida entera viviendo en el pueblo, y Gorka no tardó en asociar esa voz a Samir, el joven que llevaba la vieja frutería del barrio y que le había estado ayudando en los trámites de papeleos. Se saludaron, Gorka le agradeció una decena de veces los favores realizados a los que Samir negaba con una sonrisa en la boca.
-El barrio necesita un empujón hacía arriba, la gente coge el coche hasta para comprar el pan y se olvida de nosotros. No nos vendrá mal un “ristorant” donde la gente venga a comer y se dé una vuelta por el resto de comercios –ambos rieron.

Samir ayudó a descargar varias pesadas cajas del coche de Gorka, mientras éste subía la persiana que tantos años llevaba echada. Aún seguían allí, en el escaparate y cubiertos de polvo los viejos artículos que sus padres dejaron atrás en su día. La caja de un conjunto de magia para niños de llamativos colores, los restos de juegos de ingenio ideados y traídos de algún lejano país de oriente que ahora se dedicaba a exportar baratijas al por mayor, todo seguía allí como si se tratara de una enorme cápsula del tiempo.
Continuaron descargando cajas, tan absortos y coordinados en su trabajo que no se percataron en un pequeño crío que les rebasó por uno de los laterales del coche. Iba el renacuajo concentrado con todos sus sentidos en la pequeña y colorida consola que agarraba afanosamente, no apartaba la mirada ni siquiera para esquivar los obstáculos de la calle, por los cuales increíblemente se escurría cual esquiador sortearía las banderas en una competición alpina. La música a todo volumen y los colores que procedían del aparato centraban toda su atención, hasta que los reflejos de la luz de aquella tienda que nunca había visto abierta centraron su interés. Samir, que dirigía sus pasos hacia allí vio el momento y se detuvo por un instante. Retrocedió un par de pasos y propinó un suave codazo a Gorka, señalándole en dirección a la tienda. Los dos jóvenes observaron en silencio al pequeño, que había plantado sus manos sobre el escaparate, limpiando el polvo acumulado por los años y abriendo como platos los ojos cada vez que se topaba con un nuevo y exótico artículo.
Emocionado, cerró la consola de golpe y la guardó en su bolsillo, para salir corriendo calle arriba buscando alguien a quien contar aquel nuevo hallazgo.
- Parece que ha vuelto la magia del viejo bazar – comentó Gorka.
Samir y Gorka continuaron apoyados en el coche, sonriendo ambos con la satisfacción de ver que los sueños de su infancia seguían siendo los mismos que los del resto de chavales.
Cojonudo. Así, tal cual. Me encanta el tono y el ritmo, muy bien contado, especialmente esa anécdota final del niño, que le da un toque genial, emotivo pero no empalagoso a la escena, que uno termina de leer emocionado y sintiéndose como también apoyado en el coche, compartiendo ese momento con Samir y Gorka. Me ha gustado mucho, en serio te lo digo.

Te comento unos detalles que habría que cambiar para dejaro, en mi opinión, pulido del todo:
Esta frase "Las laderas de los montes, de un verde casi olvidado, por donde había compartido vueltas en bici de chaval y por donde se había lanzado ladera abajo con plásticos a toda velocidad cuando la nieve los cubrían por completo." No tiene un verbo principal. Parece que se empiezas a leer "Las laderas de los montes [algo]", pero no aparece el algo (estaban ahí, aparecían al fondo... no sé, algo así). ¿Entiendes a qué me refiero? Puede ser que lo veas como una pincelada de una descripción más amplia (parte de una enumeración de detalles del paisaje) pero como es la única... no sé, yo al menos siento como que falta ahí ese verbo que diga qué "hacían" las montañas.
Después, te falta una coma después del inciso "aunque ya más mayor".
Las cosas que son familiares, son familiares. Que yo sepa, no se dice "familiares a algo". No sé si para ti es normal y es una forma local de decir eso, pero "llegar a angostas callejuelas más familiares a lo que recordaba era su pueblo" quedaría mejor si cambias la "a" por una coma tras familiares, por ejemplo. No sé, insisto, es sólo una sensación.
Creo que Ford Mondeo, en mayúsculas por ser nombre propio (mira).
Tras punto y coma no van mayúsculas (mira).
En ese mismo párrafo, cuando recuerda Gorka su pasado, cambias de punto de vista y de la tercera persona pasas a la segunda. Esto podría acercar al lector, hacerle participar de la acción, pero no sé si al ser un recuerdo tan personal encaja bien ese cambio en el texto. No digo que me parezca mal, sólo esa sensación de que ahí lees algo diferente.
Cuando hablas del panel, creo que sobra repetirlo al decir "podría salvar el panel" y que con "podría salvarlo" evitas una repetición que chirría un poco (no sé si ahora que lo comento tú lo sentirás así también).
En los diálogos, no se pone punto antes de guión de cierre, o se pone después del inciso o se pone ya al final de la fase. Algo como:
- No sé si es verdad -dijo-. Pero no me lo creo.
o
- No se si es verdad - dijo bajando la cabeza.

Aún, con tilde que se te ha escapado en el último párrafo.
Y percatarse se construye con la preposición de, percatarse del niño.

Por cierto, "los dos hombres"... no sé, esto ya es más personal, pero no llamaría hombres a unos chicos de 20 años o parecido (20 tiene Samir y Gorka siente que el pueblo no ha cambiado en los últimos 20 años, así que no parece tener muchos más, aunque igual es una sensación que me da a mí nada más :)  ).

Repito: cojonudo. En serio. Me he parado a comentarte estos detalles mínimos porque los he visto y creo que tú al verlos también opinarás como yo.
De una belleza y simplicidad, me ha gustado ojalá todos pintáramos y escribiéramos como niños, tierna , humana , hermosa historia, te felicito. [bye]
Gracias a los dos, me alegro de que os haya gustado.

Voz, efectivamente, varios de los puntos que mencionas les he dado varias vueltas sobre ver como quedaban, la frase de las laderas de monte... realmente se hace muy larga a la lectura y he buscado diferentes estructuras tratando de que no perdiera significado. Le volvere a dar otra vuelta. Idem sobre lo de Ford Mondeo, donde entendía que al ser nombre propio, si, pero de un objeto inanimado, no llevaria esa Mayuscula. El resto de puntos igual, gracias por localizar esas apreciaciones y mencionarlas, le voy a pegar una vuelta más.


Saludos y gracias de nuevo!
De nada, ya sabes que para mí hay personas, como tú, con las que cuando leo algo y lo disfruto, me gusta comentar como haría si pudieramos vernos y charlar tomando un algo tranquilamente. Compartir opiniones sin más intención que esa, compartir. Y leerte es siempre un placer.
Corregido, de nuevo gracias por las aportaciones.
Bueno, simplemente comentar que este relatillo ha sido premiado con el segundo premio en un concurso de Durango. Gracias por leerlo y ayudarme a pulirlo.
:) Enhorabuena!!!! te felicito y espero sigas escribiendo,saludos.
¡Hola!. Me ha encantado el relato, te engancha desde el principio y hace que te sumerjas en la historia. ¡Felicidades!. :)
Panex escribió:Bueno, simplemente comentar que este relatillo ha sido premiado con el segundo premio en un concurso de Durango. Gracias por leerlo y ayudarme a pulirlo.

Felicidades!!

Me alegro un montón, tío. [beer]
9 respuestas