Me parece perfecto que los políticos sufran en sus carnes las iras del pueblo.
Los políticos, sus hijos, su familiares, y en general toda aquella morralla que son motivo y causa de tanta corrupción.
El argumento de que los hijos no tienen por qué sufrir por las acciones de los padres es ridículo.
Como ejemplo podemos poner a la familia de Jesús Gil, quienes sabían de dónde salía todo el dinero que el corrupto robaba, pero callaban.
¿Creéis que el hijo de Iñaki Urdangarín, Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarin y Borbón, de 14 años, no sabe que su padre es un triste chorizo, y que el niño todo lo que disfruta de su vida lo tiene gracias al dinero que su padre nos ha estafado a todos? Con 14 años ya sabes lo que es robar y ya tienes una mentalidad suficiente como para entender las noticias en donde se desgrana que su padre hasta estafó unas donaciones hechas a niños con cáncer.
¿Creéis que su hijo se va a lanzar de rodillas llorándo al padre para que deje de robar y pague por sus delitos?
Conozco a muchos empresarios corruptos hasta las cejas, cuyos hijos adolescentes disfrutan de viajes exóticos, vidas de lujo y sin preocupaciones, conseguidas gracias a las corruptelas de sus padres, cuyas estafas y engaños fácilmente se pueden encontrar en internet por sus empresas, y que sus hijos conocen. Pero callan.
El corrupto no es el único culpable de su delíto, sino también su entorno que sabe perfectamente de dónde sale el dinero.
No sé qué edad tendrán los hijos de Elena Valenciano, pero teniendo en cuenta la edad que tiene deduzco que sus hijos superan los 10 años de edad, y con esa edad los niños de ahora navegan por internet y tienen acceso a mucha información social, entre ellas que político igual a chorizo.
Pero todos callarán, el padre, la madre y los hijos, porque al fin y al cabo esa es su naturaleza.
Así pues, que el pueblo juzgue y condene al corrupto y a sus cachorros, sin piedad ni contemplación.
Aquí el corrupto y su inocente hijo, a la salida de un club de tenis, en 2012.
