Ella vuelve a mí
tras la tormenta,
cuando más serena está mi calma
vuelve ella a deshacerla.
Ella vuelve a mí,
con su inquietante serenata,
ella vuelve a mirarme a los ojos,
ella quita de mi boca las palabras .
Su corazón en el suelo,
lloraba desamparada,
sin mi perdón no había consuelo,
lloraba por ser de mí desterrada.
Picó a mi puerta,
bajé, hablé,
miré, perdoné,
mi alma abierta
cerré, tapé,
para que no sufriera por lo que amé.
Llegó la noche,
me fuí, se fué,
el tiempo dirá,
el tiempo la tiene a su merced.
...y es que nunca podemos decir "de éste agua no beberé", pues la vida es una tuerca que da vueltas en el momento menos previsible.