Hay tres opciones:
- Dual boot: En un mismo disco duro tienes los dos sistemas. Si primero tienes Linux y después Windows, normalmente Windows «rompe» el Linux y tendrás que arreglarlo. Es algo engorroso pero hay miles de tutoriales.
- Wine: Wine es una aplicación para Linux que te permite arrancar «algunos» programas de Windows. Los usarás como si fuesen aplicaciones de Linux normales (algo más feas visualmente pero ya). Si no hay tema de dispositivos externos, drivers y demás, puede funcionar bien.
- Virtualización: Hay software como Virtual Box o VMWare que te permite instalar Windows (u otro sistema operativo) «dentro» de tu sistema normal. Es parecido a cuando emulas una videoconsola. Abres el programa, configuras la máquina virtual (RAM, procesador, disco duro...) y puedes «pasarle» dispositivos como USBs reales de tu máquina a la máquina virtual para que lo gestione ella. Así debería funcionar básicamente todo, salvo videojuegos «potentes», pues la máquina virtual usa una gráfica «cutre» en vez de tu gráfica real.
Si vas a usarlo puntualmente y no quieres complicarte mucho, quizás la virtualización es lo más cómodo