Yo confieso que llevo cada vez una cosa en un bolsillo diferente, el abono transportes por ejemplo puede ir en un bolsillo de la chaqueta, en uno del abrigo, en cualquiera de los del pantalón, o incluso en la mochila. Luego, al ir a entrar al metro, me vuelvo loco y me pongo a rebuscar y tengo que apartarme de la cola a veces, ya que en cumplimiento de la ley de Doyle o de Murphy, estará en el último bolsillo en que miraré, o lo que es peor, estará en un bolsillo que ya he mirado. El móvil por lo menos abulta y es fácil dar con él...