ENTRADA 4: Encuentro electrizante.¿La muerte lleva hélices o dientes?

ENTRADA 4: Encuentro electrizante.¿La muerte lleva hélices o dientes?



Al cerrar la puerta del apartamento de las italianas los 3 nos encontramos con un panorama nada agradable. Varios infectados habían sido atraídos al rellano por el jaleo del enfrentamiento con el andaluz, cortando nuestra vía de escape inmediata. Dentro, la situación era todavía más pesimista.


Según Estela, minutos atrás Bianca, la rubita de ojos marrones, había sido arañada antes de conseguir cerrar la puerta tras la transformación del andaluz. Su antebrazo derecho tenía un feo corte, no era muy profundo, pero no paraba de sangrar. Entre lágrimas y sofocos nos dijo que mientras estaban lavando el arañazo con agua en la pila del baño Bianca se giró de repente y se abalanzó sobre Bárbara, como si quisiera devorarla viva.



Las otras 3 amigas no pudieron separarlas, la rubia golpeaba y mordía a su amiga, no supieron que hacer, incluso golpearon a Bianca en un intento inútil por salvar la vida de Bárbara, pero nada distraía la atención de aquel ser que segundos antes fue su amiga. Debió ser horrible ver como su amiga destripaba a Bárbara.



Presas del pánico salieron y cerraron la puerta del baño, los alaridos de Bárbara siguieron unos segundos más, después se convirtieron en gritos y aullidos salvajes y las 2 infectadas dirigieron su furia contra la puerta del baño, ansiando seguir la carnicería.



En ese escenario nos encontrábamos Capo, Carlos y Yo. Actuar con rapidez era fundamental ya que la puerta de madera laminada cedería en breve. 6 ratones en una caja y apunto de entrar… 2 gatos rabiosos.



-No se si tendremos tanta suerte como en el pasillo, ahora son 2. - Les dije a mis 2 amigos al ver que sujetaban los palos como preparando el inminente encuentro.



-No hay otra salida, si quieren morderme lo harán sin dientes.- Carlos parecía bastante decidido, excitado incluso.



-Hay que hacer algo! Dijo la gordita. Las chicas estaban aterradas, confusas por lo de sus amigas, en ese momento delicado, Estela era la que sacaba fuerzas de flaqueza y servía de apoyo a sus 2 amigas.



Al mirar el baño de donde salían los bramidos, vi como un líquido rojizo salía por debajo de la puerta del baño... agua y sangre mezcladas. Quedaban pocos segundos para que esa puerta barata saltara en pedazos. Habría que enfrentarse a ellas con lo que teníamos…palos. No podíamos permitir ni un rasguño, dios desearía estar en otro lugar, cualquier lugar.



-Vamos, no las dejaremos ni salir del baño, en cuanto se asomen, golpead con todas vuestras fuerzas en la cabeza.- Advirtió Carlos tomando posiciones delante de la puerta.




El pasillo era estrecho, con 2 pequeños y feos cuadros colgados en la pared, apenas cabíamos Carlos y yo… mientras nos preparábamos para el choque, Bianca asomó un brazo a través del astillado boquete. Insensible al dolor de atravesar las láminas de madera con su propia carne.



Aprovechando la oportunidad, Carlos descargó su golpe mientras tenía medio brazo al otro lado. Había estado rápido, su improvisada arma hizo de martillo, la puerta hizo de yunque, y la fuerza del golpe al impactar bastó para incrustar el brazo en la madera pintada de verde de la puerta. La reacción de la infectada fue meterlo de nuevo, pero ya no lo tenía del todo rígido, el antebrazo le bailoteaba entre la muñeca y el codo. Tenía el brazo roto, y aun así seguía cargando contra la puerta como si nada, era impresionante, soportaba un dolor que seguro que haría desmayarse a cualquier humano normal.



Tras el prometedor comienzo, la suerte cambió de bando, Bárbara se lanzó de cabeza contra la puerta, y tras lidiar con ella terminó de atravesarla entre crujidos de madera. Jodidas puertas baratas, sin duda la calidad del mobiliario no era una de nuestras bazas. La imagen era horrible, teníamos delante a una joven de 19 años, alta y morena, le faltaba un trozo de mejilla y se le veían los molares de la parte derecha. Tenía la camiseta desgarrada, el color amarillo se mezclaba con la sangre, haciéndole adoptar un tono oscuro, macabro. El sujetador se adivinaba entre los jirones de camiseta.



Dos palos se estrellaron contra su espalda, pero lejos de retroceder salió completamente del baño. Esta vez era Carlos el objetivo. Con una rápida zancada se abalanzó sobre él, forcejearon, mientras Capo y yo la golpeábamos, las patadas no hacían que soltara su ropa, él se esforzaba por controlar sus brazos y alejarse de su boca. No era corpulenta, al contrario, delgadita, de apariencia frágil y con buen tipo hubiera dicho la noche anterior, pero en aquel momento todos nos preguntábamos de donde sacaba esa fuerza. Apenas entre los 3 podíamos retenerla mientras se revolvía intentando mordernos.



-Que no ti arañe!, mantenla quieta! Gritó Estela mientras se acercaba con el cuchillo en la mano.



-Eso intento! Mátala ya –Dijo Carlos mientras le mantenía los brazos en alto en un esfuerzo titánico.



Pero Capo y yo teníamos nuestros propios problemas, al girarme hacia Bianca la vi avanzar hacia nosotros. No tuve tiempo de golpearla con el palo y al chocar contra mi retrocedí hasta la pared, si no llega a ser por los golpes que le daba Capo no creo que hubiera tenido tiempo de reaccionar antes de que me hiriera. La situación era realmente delicada, una herida de esas cosas y podíamos despedirnos.



Afortunadamente Bianca solo tenía una mano hábil. La rubia era más manejable que Bárbara, no pesaría ni 50 kg, con mi mano derecha la cogí por la muñeca del brazo bueno, mientras con la izquierda la mantenía sujeta por el cuello contra la pared, Capo le sujetaba el brazo roto y el torso.





En esos momentos, Estela clavaba el cuchillo en el cuello de Bárbara, que seguía pugnando con Carlos, en una lucha que no podía resolverse sin ayuda. La hoja metálica acabó entrando entre las vértebras, cortando la médula espinal, silenciando sus gritos. La infectada se desplomó.



Parecía que todo acabaría pronto, Capo y yo sujetábamos a Bianca contra la pared, nos empleábamos a fondo para mantenerla bien quieta. Ella nos miraba y trataba por todos los medios de zafarse, sus ojos rojos apuntaban hacia nosotros, pero con un brazo roto y los dos sujetándole las extremidades solo era cuestión de aguantar unos segundos más y esperar a que Estela o Carlos la remataran. O eso pensaba yo.



De repente comenzó a vomitar, un chorro de sangre salía con fuerza. Todos los fluidos y demás cosas provenientes de su estómago resbalaban por el antebrazo con el que le sujetaba de la garganta. No pude evitarlo, asco, un calambre nauseabundo me recorrió la espalda, arcadas… al sentir aquella sustancia caliente corriendo por mibrazo la solté.


Craso error. Se revolvió al momento, y se me abalanzó. Resbalé con el agua del suelo y caímos a la entrada del baño. Presa del pánico y medio aturdido por la caída me arrastré hacia el interior mientras lanzaba patadas como podía para evitar que se me aferrara, creo que mis amigos la golpeaban pero yo solo tenía en la cabeza evitar un mordisco, a toda costa. Me veía convertido en una de esas cosas, pensaba que hasta ese instante iba a durar mi historia.



Llegué a la pila como pude e intenté levantarme, Bianca ya estaba de pie, era jodidamente ágil y persistente, se acercaba mientras todos me gritaban cosas que mi cerebro no era capaz de procesar en ese momento, ¿iba a morir ahí? Sin saber muy bien lo que pasó, entre Capo y Carlos la empujaron contra la bañera. Aunque rabiosa, seguía siendo una muchacha de 50 kilos. El agua estaba a mitad, debían estar preparando un baño, se golpeó la cabeza contra la pared de la ducha mientras salpicaba afuera.



Al incorporarme vi el secador enchufado encima del banco, peligrosamente cerca de la bañera, por fin íbamos a poder sacar partido del entorno. Sin perder ni un segundo me acerqué y lo encendí, el sonido del motorcillo eléctrico se unía al escándalo de los chapoteos de la infectada intentando levantarse. Lo lancé dentro.



Bianca se quedó rígida, ella no lo sabía pero la electricidad la recorría entera, paralizando cada músculo, tras unos segundos el corazón no pudo soportar más la intensidad y se paró, poniendo fin a la encarnizada lucha. Un humillo blanquecino salía de la bañera, su cuerpo inmóvil se deslizó y acabó en el fondo de la bañera.



Todos respiramos tranquilos al ver que no se movía, Capo desenchufó el secador y creo que la golpeó varias veces más por si acaso, yo tenía un chichón en la cabeza a causa del golpe y me llevaron hacia el sofá porque aún estaba un poco atolondrado.



-¿Estáis todos bien? – Preguntó Ángela preocupada, mirando todos los cuellos, brazos y manos por si alguien había resultado herido.



-Todos bien –concluyó Estela dejando el cuchillo encima de la mesa.



Habíamos tenido suerte, por esta vez nadie había resultado herido, pero estábamos tentando mucho a la diosa fortuna, y ya se sabe… yo no quería volver a enfrentarme a ningún bicho de esos y menos sin armas. Mientras estaba en el sofá Capo metió el cuerpo de Bárbara en el baño, junto con el de Bianca. Era una escena horrible y las chicas no se merecían ver a su amiga tirada en un charco de sangre en mitad del pasillo.



En el rellano no se oía nada, pero por la ventana se escuchó de nuevo el sonido de un helicóptero que se aproximaba, al asomarse Capoira y la gordita dijeron muy contentos que estaba acercándose a la azotea del apartamento, un helicóptero militar, el rescate dijeron, el optimismo nos invadió. Pero de momento teníamos que seguir encerrados, por si acaso, pese a las ganas de abrir la puerta y correr hasta la protección de los soldados.

Al asomarnos por la ventana vimos a Toni y a LLovet y les dijimos que todo iba bien, Llovet levantó el pulgar, siempre con sus gestos graciosos. Vimos a muchos otros de los ocupantes del edificio, todos sacando las cabezas para mirar, todos pensando en un inminente rescate, alguien que les sacara de esa pesadilla, salir de ese edificio sangriento.

Al cabo de 30 o 40 segundos de que el helicóptero se situara justo encima del Movidick se escucharon disparos, esta vez el ruido provenía del patio, -serán los infectados pensamos todos- al momento se escucharon gritos humanos, coherentes. Algo no me cuadraba, había terror en aquellas voces, la gente no grita así cuando van a rescatarla. Sea lo que sea no creo que tardemos en descubrirlo, no hay tiempo para seguir descansando.
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