Era el otoño...

Era el otoño, para las hojas y para nosotros
No lo sabía, tu me lo ocultabas
Deseaste darme ese último regalo
la marca de tu sangre, tu único legado

Nos acariciamos bajo las ramas de la inocencia
Tu apenas mujer y yo casi un niño
Sentí la sal de tu piel, la humedad de tu sonrisa
Cuando entre tus labios, olvide mi infancia

Descubrí entre pliegues el sabor de la vida
Vida que me dieron tus besos
Vida que aun con tu recuerdo conservo

Tras regalarme el cielo te marchaste
Alla donde mis pies de niño
Jamas podrían alcanzarte

Me dejaste solo, desamparado.
Sin un adiós al que aferrarme
Sin una mentira con que justificarte

Aún visito tu mortuorio lecho
Sobre la negra piedra mis lagrimas secan
Veo tu dorado nombre y mi corazón hiela

Te fuiste y te llevaste a un niño encaprichado
Y aquí solo dejaste a un hombre, ahora y siempre
De un fantasma y un recuerdo enamorado