Allá por el año 91 o así me gasté a lo largo de unos dos meses unas 2.000 pesetas en chicles para completar la colección de Gi-Joes. Se trataba de una especie de álbum formato A4 donde pegabas por la parte de arriba los Gi-Joes buenos y por la parte de abajo los “Cobra”. En total serían unas 50 pegatinas. De toda la panda de amigos del barrio yo fui el único que pudo completarla porque a todo el mundo le faltó la pegatina de “Toxo Víbora” y a mí ésa me salió al principio. Aún recuerdo algunos conocidos y amigos del barrio que no se creían que tuviera la pegatina de Toxo Víbora, pero es que yo me negaba a bajarme el álbum a la calle no fuera a ser que me lo mangasen. Sobredosis de azúcar diaria y caries aparte, llegado el momento de completar la colección te daban a elegir entre dos Gi-Joes de todos los que había. Pues elegí por supuesto a “Líder y Max” y a “Víbora de Fuego”. Casi un mes más tarde nos llevó mi padre a mí y a mi hermano mayor a Correos en coche a recoger los Gi-Joes y al abrir el paquete veo que me han mandado “Toxo Víbora” y a “Hidro Víbora”, sin duda dos de los putos Gi-Joes más horribles que había que ni el tato quiso comprar en su día y que me comí con patatas junto con mi ilusión y dinero.
Y sí, me gasté en mierdichicles más de lo que me hubiera costado comprarme los Gi-Joes que me hubiera gustado en alguna tienda.