John Frusciante
El verdadero genio detrás del enorme grupo
Red Hot Chili Peppers y con una trayectoria en solitario no muy conocida pero interesantísima, contando siempre con las colaboraciones de amigos como
Flea (compañero de los
RHCP),
Omar y
Cedric (de los geniales
The Mars Volta, aunque últimamente tienen más de pretenciosos que de geniales), y unos cuantos colegas más.
Nacido en Queens, se mudó a Los Angeles con 12 años. Su padre y su madre eran músicos (su madre cantó en los coros del famoso tema
Under The Bridge). La fama le llegó de sopetón, al ingresar con tan sólo 18 añitos en unos RHCP que acababan de recibir el mazazo de la muerte de su primer guitarrista,
Hillel Slovak, como no podía ser de otra manera, sufrió una sobredosis.
Así que Frusciante se subió al carro descontrolado de los RHCP en el
Mother’s Milk, donde una vez acoplado, fue parte importante de uno de los mejores discos y más originales de los 90, el inmenso
Blood Sugar Sex Magik, el resto es historia, catapultados a la fama y a la autodestrucción, Frusciante llevaba tan mal su adicción a la heroína (
Anthony Kiedis también estaba enganchado, pero lograba salir adelante en la gira) que tiene que abandonar el grupo en plena gira, en Japón.
Mientras que los
RHCP intentan salir adelante contratando a otro genio,
Dave Navarro (responsable de algunas de las mejores guitarras que se han escuchado jamás en su grupo
Jane’s Addiction), pero resulta ser un guitarrista tan técnico y con un estilo tan marcado, que no encaja bien en el sonido de la banda, y eso se deja notar en la gira del
One Hot Minute.
Mientras, John intenta sobrellevar el mono de la heróina sacando dos discos en solitario en muy poco espacio de tiempo (por supuesto, son totalmente ignorados por el público). La cosa está tan mal que en su casa (donde grababa sus discos) se incendia y está a punto de morir, se rumorea que el incendio lo provocó él quedándose dormido con un cigarro en la boca, que le quemó los brazos. Lo que sí es cierto es que estuvo a punto de sufrir la amputación de ambos brazos por culpa de los chutes de heroína (que miedo me da sólo nombrarla). Así que, decidido a tirar para adelante y a desintoxicarse, se entrega de manera desmedida a la música, y empieza a sacar, ahora sí, discos en solitario uno tras otro con una calidad ya muy superior a sus dos primeros intentos.
Mientras pasa todo esto,
Kiedis consigue limpiarse gracias a horas de gimnasio (es un cuasi-adicto) y de meditación entre los indios americanos (si mal no recuerdo, tiene antecesores indios, y si se fijan, tiene tatuado un rostro indio en cada hombro) y es entonces cuando decide ir a por su amigo
Johnny, que así lo llamaban, ya que era el más pequeño de la banda. John por entonces ya está limpio y decide unirse de nuevo a la banda. Por cierto, Anthony tuvo que pagarle las guitarras porque las de John quedaron destrozadas en el incendio. El resto, es historia, consiguen un pelotazo mediático con
Californication, al que suceden
By The Way y
Stadium Arcadium. Los fantasmas de la droga desaparecieron, y da gusto ver a esta banda de nuevo, y a Johnny tocar feliz y convertirse cada día en un mejor guitarrista.
Además, coincidiendo con su resurgimiento con la banda, Johnny (me gusta llamarlo así) está haciendo sus mejores trabajos en solitario, entre los que destacaría esa joya llamada
Shadows Collide With People que tiene un tema que me hace flotar, que no es otro que
Omission (con un riff acústico de los que se te quedan grabados en la mente, y ya no salen), además, sus progresos con la voz son evidentes, y en la banda canta casi lo mismo que Kiedis, aunque eso sí, siempre ejerciendo de backing vocals, pero con una gran importancia (como mi querido
The Edge, con el que comparte también cierto sexto sentido para la búsqueda del sonido, y no de la nota).
Ojalá todos los artistas superaran sus problemas como Johnny, encerrándose y componiendo y expulsando así sus demonios. Y como siempre es importante contar con los amigos, porque… como decían los
Beatles:
"Lo conseguiré con un poco de ayuda de mis amigos"