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(Por qué yo también tengo mi corazoncito)Estabas radiante...
Estabas radiante, como una verdadera diosa… allí, allí arriba en el altar de la vieja iglesia. Tuviste un gusto exquisito en escoger el traje… ¡qué digo! Siempre tuviste ese maravilloso gusto en tu buen hacer. Todo lo que tocabas se convertía en arte. No podía ver tus ojos por el velo de encaje, mas te conozco bien… sé que cuando el párroco levantó los anillos… tu llorabas…
Qué maravillosa ceremonia, qué hermosa dicha sentían todos los presentes por ti, se podía sentir el amor de todos hacia ti.
Al ver el blanco de tu falda, recordé aquella prístina arena en la que los dos nos revolcamos durante horas en el día más feliz de mi vida. Aquel fue un viaje maravilloso, lejos de todos, en el que me colmé de tus besos y tus caricias; recuerdo el tacto de tu cuerpo desnudo bajo el mío, tu cabello mojado lleno de arena, tus ojos limpios y el beso de tu boca, puro contra mis labios. Qué diferencia ahora, ensartada en fino encaje, mas sigues tan, tan hermosa.
Él también sonríe, es un buen hombre… elegiste bien. Tiene un buen empleo, una buena casa, una familia bien posicionada; anoche logré emborracharlo y solo podía pensar en ti… te lo mereces, te mereces toda la felicidad que este mundo puede darte.
Ha terminado la boda, te has girado para lanzar el ramo y me has visto en la última fila. Me sonríes con cariño, pero sé lo que esconde tu mirada, te conozco mejor que nadie, el anhelo de lo que debió ser si hubiésemos nacido en un mundo más justo, pero así deben ser las cosas. Es lo mejor, y los dos lo sabemos.
Perdóname por huir tras la boda. Me buscaréis, pero siempre se me dio bien esconderme. Decidles a todos que me fui a un viaje de trabajo, que me perdí en una selva, que me enamoré de una princesa.
Sé que tú no lo creerás, por ello escribo esta carta de mi puño y letra. No quiero que te preocupes, necesitaba hacerlo, necesitaba darte esta oportunidad…. darnos a los dos esta oportunidad…
No temas, volveré de nuevo, volveré cuando pueda mirar tus ojos y no llorar, volveré cuando mi corazón se haya convencido del destino a seguir, para ser feliz.
No te arrepientas de nada, yo nunca lo hice…
Feliz matrimonio, hermana mía.