El problema es qué definimos como "lugar público".
Un aula, no es un lugar público, y sin embargo cada día resulta más difícil acudir a una clase de lo que sea sin que alguien saque el móvil y haga fotos sin pedir permiso a los demás.
En este momento, ya no es posible tampoco acudir a conciertos, en los que no haya cámaras apuntándote y filmando tus reacciones. Hasta organizan los conciertos pensando en filmar al público como si fuese parte del espectáculo. O sea: tú pagas por ver al artista, y el artista te graba a ti para usar tu imagen en sus conciertos grabados, sin que tú le hayas dado permiso.
Vas a tomarte un café y el hostelero de turno quiere subir una foto tuya a su instagram/facebook/loquesea, porque quiere presumir de clientes, y si le dices que no te haga fotos, eres el raro. Pero seguro que a él no le haría gracia que entrases tú filmando su establecimiento sin permiso.
Vas a una charla en un salón de conferencias de cualquier institución, y la charla se graba en vídeo, quizá se retransmita por internet o por TV; pero no apuntan sólo al ponente, sino que se giran para grabarte a ti también. Así que ojo con la ropa, el peinado, porque te va a ver todo el mundo por TV aunque tú creas que el protagonista es el ponente.
No te puedes relajar ni siquiera en una terraza.
Las cámaras más molestas no son las públicas, sino las privadas.