A tí, que nos venías a visitar cuando estábamos enfermos.
A tí, que nos cuidabas y dabas consuelo en los ratos tristes.
A tí, que aguantabas las malas palabras y contestabas con un beso.
A tí, que con tu singular vocabulario nos marcaste con tus palabras.
A tí, que a pesar de tantos fallos, seguías confiando en mí.
A tí, que tanto nos defendiste contra viento y marea ignorando cualquier desprecio ajeno.
A tí, que por no molestar, preferías sufrir en silencio a desahogarte a viva voz.
A tí, que me enseñaste que una madre es lo más grande del mundo.
A tí, que hubieras dado un brazo por estar con la tuya, y que ahora porfin te acompaña.
A tí, que tanto sufriste, y a pesar de ello, siempre te levantabas con una sonrisa en la boca.
A tí, que tanto luchaste por todos nosotros.
Estés donde estés, feliz cumpleaños yaya!
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No es ni un poema ni literatura ni nada, pero me hacía ilusión compartirlo con vosotros.