¿Y si le proponemos una redención?.
Me explico, ya que se piraría por una apuesta gilipollas, (náda menos que ante Zizu, hay que ser gili
), redimirle como en misa, vamos, que si pecas por mucho que la hayas cagado y luego te confiesas y "prometes ser bueno" pues te quedas "limpio"; pues eso, algo así.
Propongo:
Yo diría que para volver a admitirlo nos debería contar una historia tan buena como la de la "habitación del pánico" o la de su prolífica "garganta sueltapelusas". Es decir, una historia que nos haga partir el plátano de la risa.
Con esto conseguimos dos cosas, primero, no manchar el orgullo de haber dado su palabra y faltar a ella, y también que se rebane el seso en una aventura ingeniosa y desternillante. ¿Qué os parece?