En los últimos pisos donde he vivido he tenido que aguantar prácticas sexuales poco silenciosas.
En el anterior al actual, encima vivían dos chicas que cuando se ponían, ya no es que fueran ruidosas, que lo eran un poco, sino que además se tiraban sus buenos 45 minutos en gustarse.
En el de ahora, hay una vecina que aún no he localizado, que de tanto en tanto pega alaridos de madugrada. Pero gemidos estúpidos y más que seguro que fingidos para animar a quien se la está zumbando, porque eso de: "Sí, dame más, sí, me gusta, machote..." como que suena a fake total.
A mí el hecho de oir me la suda, pero que me despierten me toca los coj...