Si te sorprendes de que una persona no es coherente, es que no tienes mucha experiencia de la vida. Un sabio se refirió a este asunto diciendo "Lo que haces me distrae de lo que dices".
Prácticamente nadie es coherente con lo que dice o con lo que dice que piensa. Nadie. Ni el más excelente de los intelectuales. De hecho la gente más mentirosa y contradictoria que hay suele estar en el mundo intelectual, mientras que la gente sencilla y sin estudios suele mostrarse como es, sin dobleces.
Por ejemplo: político que defiende a muerte la enseñanza pública... luego manda a sus hijos a la privada.
Profesor de instituto público que defiende a muerte la universidad pública... luego manda a sus hijos a la privada.
Pregonan una cosa, hacen otra. Decir y aparentar una cosa, y hacer otra totalmente distinta. Así ocurrió toda la vida, en la clase política, en la empresa, y en la vida privada.
Lo verdaderamente excepcional es encontrar a alguien coherente.
La coherencia que podemos apreciar en las biografías o en las memorias de los personajes históricos es falsa porque en las biografías se silencian los pasajes de dudas, retrocesos, cambios de opinión, y se insiste sólo en lo que interesa, hasta transmitir la idea de que tal o cual personaje prácticamente ya sabía lo que quería y cómo quería hacerlo desde que era un feto en el útero de su madre.
Un escritor profesional puede coger la biografía de cualquiera de vosotr@s y convertirla en la de una persona segura de sí misma y coherente con lo que dice y hace, pero eso será una obra literaria, no la biografía real de una persona humana.