Forma parte del proceso de maduración. Yo hasta que no llegué a una conclusión clara no cambié. Fue currando con 20 añitos en una fábrica de viejunos, en el que un viejillo no paraba de amargarme cada día con lo cual me sentía mal. Hasta que llegué a la conclusión de que hiciese bien o mal mi trabajo, me iba a rallar de todas maneras. Así que decidí pasar de ese tipo de gente, esa que hagas algo bien, mal normal, hagas o no hagas va a estar rallando igualmente. En conclusión soy más alegre que antaño porque me he dado cuenta de que la vida son dos días y que no hay que darle importancia plena a cosas que realmente no son tan importantes.