No lo compréis. Usa batería NO recargable, con lo que cada polvo os saldrá 8 euros. Si duráis más de 20 minutos, tendréis que cambiar de anillo varias veces, con lo que los campeones como yo nos gastaremos el suelo de todo un verano en una noche.
Follando 110 veces al año -la media española-, nos salen 880 euros en folleteos. A eso tenemos que añadir el coste de condones e inductores al fornicio (botellas de vino, aparatos de control mental y alquiler de películas de Meg Ryan, entre otros).
Por si fuera poco, -y esto no es coña- tras cada polvo dejaréis detrás residuos de todo tipo: el anillo no valdrá para nada a menos que os queráis hacer una colección de objetos inútiles y la batería se descompondrá en miles de agentes nocivos para el medio ambiente que repercutirán en las generaciones venideras. Mal, muy mal.
Por último, las noticias buenas (para ellas): en efecto, la vibración mola. Cualquier fémina con un móvil lo ha comprobado en más de una ocasión -sé que no postearéis para darme la razón, pero quien calla otorga-. Los tíos no os lo pasaréis tan bien. Como decía, la cosa mola tanto que una vez esté la cosa en marcha vuestras novias querrán permanecer pegadas a vuestro pubis como posesas sin efectuar el típico movimiento mete-saca-giro_torbellinesco-vuelta_a_empezar, lo cual producirá cierto aburrimiento y bajada de ánimos irremediable por parte masculina. Eso sí, es buen momento para poner el fútbol.
Ahí no acaba la desgracia para la parte masculina. Descubiertas las bondades del tembleque orgásmico por parte de vuestras parejas, si se os ocurre protestar y apostar por el método clásico puede suceder que vuestras medias naranjas opten por comprarse un vibradorcillo de dedo para el clítoris o un descomunal BigCock con vibración hasta para lugares cuya existencia desconocíais. Problema: ahí ya no hace falta que intervengáis vosotros. Os veréis condenados al ostracismo más absoluto y a bajar películas del eMule -aunque eso ya lo hacéis, pero hagamos como si no-. Es decir, una putada.
En fin, chicos, que no podéis permitir que vuestras novias prueben el anillo del poder. Mantenedlas engañadas. Decidles que es caro. Que contamina. Que no trae más que problemas.
En definitiva, haced como yo.