El piloto inglés aceptó la invitación de ir al Festival de Cannes para ver el estreno de Indiana Jones. Una vez más la lió…
El piloto de McLaren no sólo tiene mala fama en el mundo de la F1, también empieza a tenerlo fuera y es que por donde va arrasa con todo sin importarle las normas de protocolo.
Primer fallo: llegó tarde a la sesión del estreno de la película Indiana Jones. ¿La razón? Estuvo más tiempo del debido en la alfombra roja, rodeado de flashes. Le perdió, una vez más, su egocentrismo. Iba rodeado eso sí de una bella acompañante, Miss Granada (una caribeña de rompe y rasga, de la que ya se dice en Inglaterra que es su novia).
Segundo fallo: ni corto ni perezoso entró a oscuras en la sala y se sentó en la primera butaca libre que vio en primera fila (eligió bien). Casualidades de la vida… se sentó en la silla de nada más y nada menos que del director de la película, el genio Steven Spielberg, que había ido al baño segundos antes.
La situación se puso violenta cuando Spielberg vio que allí estaba sentado Hamilton. El director de cine no se “cortó”, levantó de su silla al piloto para volver a sentarse él. Avergonzado, pidió perdón y se cambió de butaca.
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