Solid Snake, te recomiendo que no te quejes. Te lo digo como madridista, ¡celebra si el árbitro pita algo a tu favor!:
¡Sé cínico y sincero! Si el árbitro mete la pata y pita algo a favor de tu equipo, ¡celébralo! ¡Corre por toda la casa! ¡Grita! Ejemplo práctico: ”¡Viva Undiano Malenco! ¡Múa, guapo! ¡Nos ha dado un penal! ¡Y ha echado a ese defensa! ¡Hurrrrra!”. Si quieres, puedes ir más allá en tu ironía. Adelanta a los fanáticos rivales, siempre torpones y con una pésima gracia (aplíquese también a los fanáticos propios). Os voy a enseñar otro ejemplo práctico (servidor es blanco, pero no demasiado, que altera la sangre): “¡Gracias, Pérez Burrull, por ser tan blanco y contribuir al espectáculo! ¡Eres nuestro mejor duodécimo jugador (el público es sosete, la verdad)!”.
Por supuesto, calla (recuerda el refrán “quien calla, otorga”) cuando haya una decisión arbitral en tu contra. Como mucho, puedes pegar un puñetazo de fastidio (la mala leche del momento, lo comprendo). Pero es recomendable ahorrar calorías, ¿verdad? Que todos somos muy hipócritas a la hora de hablar de los referís, ignorando deliberadamente un sinfín de matices (ay, esa visión chata). Y recordar lo siguiente: ¡ah, árbitros! ¡quitan y dan! No grites por vicio “flagrante robo”, máxime cuando tus pruebas (si no, conjeturas) están entre “ninguna” y “muy flojas”. Ni mentes a la madre de ninguno.
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Por supuesto, un error arbitral favorable a nuestros equipos está muy bien. Un penalti por la cara es tentador, al igual que los obsequios que todos recibimos en algunas ocasiones.