Redacción
En un partido que ya estaba sentenciado, el guardameta Iker Casillas estuvo irreconocible, tanto por sus errores como por su comportamiento, muy alejado de su señorío habitual que ha propiciado que el portero sea tremendamente respetado en todos los campos. Ayer no fue la noche de Casillas, que a la media hora de partido, cuando el marcador ya señalaba un contundente 0-3 favorable al Real Madrid, se tragó un centro desde la derecha. Su defectuosa salida provocó que su puño impactara en Miku y que la acción acabara con el balón en el fondo de las mallas, aunque el tanto fue invalidado por un fuera de juego más que cuestionable.
Pero esa no fue la intervención más desacertada del guardameta de Móstoles, sino que esta llegó en el minuto 37. Instantes después de que un obús de Cristiano Ronaldo pusiera el 0-4 en el marcador, Casillas salió alocadamente del área para despejar un balón ante Parejo. Ambos jugadores impactaron, el guardameta cayó al suelo quejándose del tobillo, el colegiado no apreció ninguna infracción y la jugada acabó con el gol de Parejo, que supuso el 1-4.
El portero del Real Madrid aceptó de muy mala gana que los jugadores del Getafe continuaran el juego cuando él estaba tendido sobre el césped y recriminó con gestos ostensibles a los futbolistas azulones. Casillas fue atendido varios minutos por el doctor del Real Madrid y, aunque en un principio se temió que estuviera lesionado, el portero de Móstoles finalmente continuó sin problemas ocupando la portería blanca. Antes de reanudarse el juego, el azulón Parejo quiso disculparse o, por lo menos, explicar su versión de lo sucedido, pero Casillas no aceptó las refllexiones del jugador rival. Casillas se negó a estrecharle la mano y de sus labios se apreció que le decía “vete a la mierda”.