Una pirámide truncada Marti perarnau
Pablo Sarabia, traspasado al Getafe. Mensaje profundo: la cantera madridista es una pirámide truncada que termina en el piso anterior al Bernabéu. La estructura de ascensores de Valdebebas funciona con toda corrección hasta que, una vez en el Castilla, el ascensorista se detiene y los chicos se quedan ahí, en el penúltimo piso, en la base de esa pirámide truncada. Esta idea recorre Valdebebas desde que Vicente del Bosque fue despedido. No es problema de un entrenador concreto, se llame Capello, Pellegrini, López Caro o Mourinho. Es un problema institucional tan arraigado que cualquier canterano es consciente que su futuro, una vez despuntado en el Castilla, está fuera del club. Los jugadores también tienen su parte alícuota de responsabilidad en semejante éxodo: en cuanto cumplen 18 años, huelen un Audi a cargo del club y la prensa local les cita un par de veces, pasan el encargo a sus representantes para encontrar una oferta suculenta lejos del Bernabéu.
La derrota en los play-off de ascenso a Segunda frente al Alcoyano supuso la sentencia para varios de los componentes del Castilla: Sarabia se ha ido al Getafe; Juan Carlos se irá al Zaragoza; Juanan se fue al Fortuna Dusseldorf; y en la rampa de salida figuran Nacho, Mateos, Fran Rico, Juanfran y varios más. Sólo Morata, con su reciente renovación, ha dado el mensaje opuesto. Pero, al margen de lo que ocurra con la camada actual, la dinámica es perversa: el club no cree en los canteranos como recurso estable a medio plazo y los canteranos apenas confían en la voluntad del club que les ha formado. La marcha de Del Bosque y la desintegración del Castilla-2005 fueron dos catástrofes de consecuencias inimaginables. En aquel equipo jugaban nada menos que Adán, Arbeloa, Filipe Luis, Javi García, Borja Valero, De la Red, Jurado, Soldado, Barral y Negredo. Pocos meses más tarde se unieron Granero y Mata. La inmensa mayoría de ellos no juega en el Bernabéu.
La parte positiva de la historia es la facilidad con que los canteranos madridistas consiguen alcanzar la Primera División en otros clubs. Una de las causas, al margen de su calidad indiscutible, es que en Valdebebas no se enseña un idioma futbolístico tan cerrado como ocurre en el Barça. Podríamos decir que los chicos madridistas aprenden varias lenguas, aunque superficialmente, mientras los barcelonistas hacen una inmersión profunda en un único idioma de juego, el que se practica en el Camp Nou. Mejor para sublimar el estilo, pero más difícil si has de ganarte la vida fuera del Barça. De ahí que el Castilla encuentre fácil acomodo para sus excedentes (con Getafe como destino preferido) y el Barça se desespere buscando algún equipo de perfil parecido al que ceder a sus chicos.