Yo y un amigo hicimos un cojón de "campanas" en 4º de E.S.O. Éramos los típicos que jamás se metían en problemas y nunca rompimos un plato, era difícil que sospecharan de nosotros. Con la tontería de ser niños buenos, aprovechábamos para hacer lo que nos daba la gana. Lo emocionante era que íbamos a un instituto donde nos tenían controlados con lupa y llamaban a las casas de los alumnos que faltaban, pero a nosotros nunca nos pillaron
Pero más divertido que faltar a clase por el morro, fue quedarnos encerrados cuando no quedaba nadie. Un grupo de 8-10 chavales de clase, salíamos disparados al sonar la campana y en vez de irnos a casa, nos escondíamos en sitios estrategicos (rollo Metal Gear). Cuando los profes se habían ido y, evitando a los encargados de mantenimiento, nos quedábamos horas jugando a fútbol con todo el colegio vacío
Luego, para salir... Bueno, improvisábamos un poco gracias al Spider-Man que todos llevamos dentro. Ahora lo pienso y era una locura, nos podríamos haber abierto la cabeza.
Niños, sean buenos. Aunque estas historias sean graciosas, no estoy nada contento con mi actitud. Un momento brutal fue en Port Aventura. Viaje de todo el colegio en el que los profes nos dejan a nuestro aire, la única codición es estar a tal hora en un lugar determinado. Bien, es la hora y... Nosotros seguimos a lo nuestro. Una hora tarde, llegamos al punto de encuentro los cinco amigotes riendo y dándonos porrazos entre nosotros (haciendo el borrico, literalmente). Aquello no lo olvidaré nunca. Varios autocares parados y todo el colegio de pie mirándonos llegar tan campantes. Flipante la que nos cayó en ese momento. Y al dia siguiente, castigados sin patio. Un pedazo de castigo que duró cinco minutos, les dimos pena a los profes
Ays, fueron buenos tiempos. No tengáis prisa por crecer.